viernes, 2 de diciembre de 2016

Estudio sobre partos

Estamos buscando voluntarias para la realización de un estudio antropológico sobre diversos aspectos de los partos en España. Se trata de una colaboración muy sencilla, consistente en una pequeña entrevista para comentar cómo viviste tu parto (o partos), el único requisito es que éste haya sido en España. Se anonimizarán los datos, y las entrevistas se realizarán de la manera que resulte más cómodo para las participantes (presenciales en Madrid, por Skype, Hangouts...). Comenzarán a realizarse en Febrero de 2017.
Si estás interesada, por favor escribe a estudiopartos --arroba- gmail (punto) com.
Muchas gracias :)

lunes, 8 de febrero de 2016

Salvados y "El machismo mata"

No suelo ver ningún programa de televisión, pero ayer quise hacer una excepción y vi el "Salvados" dedicado a la violencia de género. Resulta increíble que no se hagan más programas así, dicho sea de paso, lo que demuestra cuánto nos queda aún en la lucha. Sé que la duración del espacio es corta, apenas una hora en la que encima cada poco te meten la publicidad de turno, y me agradó enormemente que se equiparara la violencia machista con el terrorismo, porque es así, y que el psicólogo explicara brevemente cómo los maltratadores pertenecen a todo tipo de clases sociales, económicas y culturales, puesto que es la cultura patriarcal la que facilita esos comportamientos. Igualmente, las víctimas sólo comparten una cosa: SER MUJERES. Punto.

PERO eché en falta varias cosas:

1. La referencia a la revictimización de las víctimas. Parece que cuando una mujer decide denunciar ya está todo el camino allanado, y que únicamente no se puede proteger a las mujeres que después deciden no declarar. No es así, muchas siguen en el proceso, pero en éste tienen que demostrar continuamente que no mienten, se las cuestiona totalmente, en las comisarías no reciben atención psicológica, se las obliga a estar largas horas esperando en pasillos, a veces junto a su maltratador. ¿Qué pasa con la revictimización por parte de las instituciones, por qué de eso no hablan? Muchas mujeres retiran las denuncias porque el proceso es tan lamentablemente tedioso y desgarrador que no pueden con él.

2. La referencia a que la violencia de género es estructural. Sí se insinuó algo, como por parte del psicólogo, o de la animadora sociocultural que también fue víctima, pero no lo suficiente. Porque parece que los maltratadores son señores dispersos por ahí, que son machistas "porque sí", porque así se les ha educado "a nivel privado". NO. La violencia de género que se ve, la directa, es sólo la punta del iceberg, porque está asentada sobre una violencia estructural, cultural, ideológica, en la que se basa nuestra sociedad misma. No se puede combatir la violencia de género sin combatir el modo en que se estructura la sociedad, el corazón del patriarcado mismo, por eso la lucha resulta tan compleja. Y esto sólo se consigue mediante la educación. Los sentimientos del psicólogo son muy loables, pero hay muchos estudios que demuestran que los maltratadores rara vez se recuperan. Rara vez. Están perdidos. Y él mismo insinúa que si no reinciden es por miedo al castigo (prisión), no porque realmente sepan que lo que hacen esté mal. No hay más que ver el testimonio del machista de cara tapada que ponen, no hay más que observar el lenguaje que emplea... ¡Y ése es uno "rehabilitado", cómo sería antes!

3. La referencia a que las leyes no abarcan la totalidad de las víctimas. ¡No sólo es un tipo de violencia que se da en la pareja! La violencia de género puede encontrarse en muchos otros ámbitos (el laboral, el médico, el escolar...), amén de que los hijos de las mujeres afectadas también son víctimas aunque no cuenten en las estadísticas (y muchos son asesinados también por "venganza" del maltratador, para hacer sufrir a sus madres). Por ello, las personas afectadas por violencia de género son en realidad muchísimas más, pero es que encima no hay legislaciones específicas que las proteja fuera del ámbito de la pareja.



En fin, que aún queda un larguísimo camino por recorrer, y que éste parte necesariamente de la educación, pero no ya de los adolescentes, es que desde bebés se tiene que educar en la igualdad; si no, muchas veces es demasiado tarde, no hay más que ver cómo cada vez más adolescentes son víctimas de la violencia de género. Si vivimos en una sociedad profundamente machista, si encendemos la televisión y sólo vemos a chicas luciendo palmito -porque ellas siempre tienen que estar perfectas-, con unas medidas imposibles, objetos sexuales descarados en una televisión que reinventa a las "Mamachicho" de maneras más sutiles, pero que aún sigue ahí, sin avanzar ni un ápice, si todo está destinado para disfrute y goce del varón heterosexual (que es lo "por defecto", lo "universal", a pesar de que no son mayoría, sino la mitad, pero al ser la mitad privilegiada, pues eso pesa más)... ¿cómo hacer que los varones bajen de su altar, si saben que el mundo es suyo, si viven el privilegio continuado? Algunos hombres empiezan a ver que el patriarcado no es tan bonito, que también a ellos les exige cumplir con unos estereotipos determinados (tienes que ser fuerte, los hombres no lloran, etc), pero claro, nada que ver con la presión absoluta y la menor calidad de vida de las mujeres en general (menores sueldos, dobles jornadas, cosificación, y un larguísimo etcétera que todos conocemos de sobra).

La educación es la clave. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad (¿qué es eso de "mujer aparece muerta", como si fuera una muerte repentina por combustión espontánea?). La sociedad debe comprender qué es la violencia de género, y cómo resulta un tipo de violencia específica. Las denuncias falsas son un camelo. Y no hay más. Ahora, quítale tú sus privilegios a los machirulos de turno... Imposible. Hay que poner la vista en las generaciones futuras de hombres, porque la educación actual desde luego no es paritaria para nada.

Por si alguien quiere verlo: aquí está.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Cuando prohibir lecturas es más fácil que dialogar

En estos días ha habido una polémica en la clase de mi hija mayor porque a ella, ávida lectora, le han prohibido el acceso a determinados libros en la biblioteca del colegio, al contar sólo con siete años. Estos libros constituyen una serie llamada "El diario de Greg", ya bestsellers, y que además, al tratarse de obras divertidas, están enganchando a muchos niños que hasta entonces no se habían acercado demasiado a la lectura. Y la polémica viene en que "supuestamente" no transmite valores demasiado positivos, porque hay un niño al que le dan collejas y cosas por el estilo.

Todo esto me resulta curioso porque, por otro lado, se les está animando a leer en clase una versión adaptada de El Quijote, cosa que me parece estupenda, pero... ¿acaso el Caballero de la Triste Figura no era poco más que un esquizoide megalomaníaco con complejo mesiánico? Porque que yo sepa, Quijote y Sancho se pasan todo el libro recibiendo paliza tras paliza. Pero claro, si es una obra magna de la literatura, entonces la violencia no importa. Ahí ya está permitida. Y pasa lo de siempre: que lo canónico está bien visto, está establecido, está aceptado. Porque eso no puede ni plantearse que sea algo incorrecto.

Cuando mi hija me contó, indignada, cómo le habían prohibido el acceso a esos libros, la solución fue bien sencilla: comprárselos yo. Recuerdo haber escuchado hace tiempo, creo que a José Luis Sampedro cuando vivía, cómo explicó que cuando a él le prohibían leer algo, su padre -médico, intelectual, inquieto- se lo conseguía por otra vía, porque las ansias de leer no deben de ser nunca cohibidas. Y así, yo puedo aconsejar a mis hijas sobre tal o cual lectura (porque hablando de El Quijote, mi hija quiso leerlo, yo le aconsejé que buscara una versión adaptada, porque la original le iba a resultar extremadamente complicada: aconsejo, nunca prohíbo), pero no puedo poner barreras a sus ansias de conocimiento.

Mis hijas no me pertenecen.



Claro que hay libros que transmiten valores pésimos (los cuentos tradicionales, que sí están perfectamente permitidos en las escuelas, ofrecen una imagen nefasta de las mujeres, pero nuevamente, como son algo establecido y aceptado, nadie lo discute), al igual que sucede con ciertos programas de televisión, películas, videojuegos, ¡qué sé yo! Y creo que todo ello resulta maravilloso para fomentar el pensamiento crítico de los niños, entablar debates constructivos con ellos, y usar todo esto para extraer conclusiones, valores sociales y cívicos, ponerse en el lugar de los demás, hacer ejercicios de empatía, etc.

El problema, nuevamente, que hay en la base de todo esto, creo que es más sutil: dejar a los niños aparcados frente a la tele, frente a un libro, sin hablar con ellos de lo que están experimentando. Y claro, así, resulta mucho más cómodo para esos padres dejarles con algo que sepan de seguro "inofensivo" para que, si no entablan ningún debate sobre lo que ven o leen, su retoño esté protegido antes las inmensas maldades de la vida.



Pero las prohibiciones nunca sirven de mucho, y como no se les puede encerrar en una burbuja, lo prohibido siempre reluce con un mayor atractivo, si cabe. Ahora todos los niños de la clase de mi hija están leyendo esos libros. La prohibición ha conseguido exactamente lo contrario. Con la prohibición (¡oh, dioses!) un montón de niños sobreestimulados se está acercando a la lectura. Aunque sea con un bestseller. Aunque no sea la biografía de la madre Teresa.

Y a mí eso me parece maravilloso.

sábado, 24 de octubre de 2015

Fomentando la falta de empatía desde bien pronto

Después de los cotidianos anuncios de juguetes sexistas de todas las navidades, llega ahora una nueva categoría: los juguetes crueles.

¿Puede alguien decirme cómo esto se considera normal, más aún, cómo esto es divertido?



¿De verdad es gracioso ordeñar a una vaca hasta que se le salgan los ojos?



Otro ejemplo, de la misma marca, que clama al cielo: 


Ahí, enseñando a los niños a matar roedores a escobazos.


Me resulta tremendamente triste cómo se juega con esta ausencia de empatía y esta falta de respeto absoluta hacia los animales.
Si el maltrato y la muerte de animales no debería ser un espectáculo (véase corridas, toro de la vega, etc)... ¿por qué sí es lícito si se dan en los juguetes infantiles?
Sin palabras.

viernes, 2 de octubre de 2015

Espacios y género: diferencias desde la infancia

El otro día andaba charlando con mi pareja sobre cómo, según él, la ocupación de espacios no tiene nada que ver con el género, a raíz de una imagen similar a ésta, que supongo que cuando vives instaurado en el privilegio no concibes como una diferencia de género, sino como una "casualidad".



Claro que hay gente caradura en ambos géneros. Claro que también hay mujeres que "resultan molestas" en los transportes públicos (o en algún otro ámbito), pero la ocupación del varón de los espacios a su voluntad es más que eso: es casi un arquetipo, porque representa cómo se comporta, como norma general, en la sociedad.

Teniendo como base que la división de géneros comienza desde el embarazo, que desde las guarderías ya podemos observar comportamientos sexistas entre los niños, es lógico que en las propias escuelas estos comportamientos se perpetúen y se favorezcan. Porque aunque en los colegios se suelan llenar la boca con palabras como igualdad, no se explica en qué consiste esto, más aún, no se da ejemplo -que a la larga, importa siempre mucho más que las meras palabras-. No recriminar a los niños sus comportamientos sexistas es no favorecer la igualdad. No dar las mismas oportunidades en los deportes es no favorecer la igualdad. Perpetuar estereotipos de género en los juegos simbólicos (las niñas como princesas, los niños como guerreros), por supuestísimo que es no favorecer la igualdad.



Si tú a un niño le estás mandando el mensaje desde el mismo momento de su nacimiento de que sólo por su género ya tiene más derechos, él va a reclamar dichos derechos de un modo u otro, en todos los aspectos de su vida. Esto puede verse, por ejemplo, en el recreo. Observando cómo se comportan los niños y niñas en el juego se aprende mucho. De hecho, existen muchos estudios sobre este tema, pego el resumen de uno de 2005 (Cantó Alcaraz, Ramón; Ruiz Pérez, Luis Miguel) aquí:

El propósito de este estudio es analizar la existencia de comportamientos motrices diferenciados entre chicos y chicas, así como las posibles causas ambientales-físicas que provocan, o facilitan, el mal reparto del espacio disponible en el patio de recreo escolar. De manera específica este estudio tiene por objeto valorar el reparto del espacio disponible en el patio de recreo escolar, entre un grupo de escolares a lo largo de un curso escolar. Por medio de una metodología observacional se han identificado y constatado los distintos espacios empleados en cada una de las categorías establecidas, con la finalidad de poder establecer la territorialidad (reparto, ocupación y uso) entre los niños y las niñas participantes en este estudio, dentro del espacio disponible en el patio de recreo escolar. El análisis de las observaciones registradas, mostraron la existencia de dichas desigualdades en el uso y empleo del espacio disponible, desigualdad que perjudica a las niñas. El estudio concluye con la necesidad de repensar los espacios de juego para que tanto niños como niñas puedan desplegar sus posibilidades de movimiento en el momento del recreo escolar.

Está, por lo tanto, observado y convenientemente estudiado, aunque las que hemos sido niñas en el recreo ya lo hemos experimentado por nosotras mismas, que nos hemos visto perpetuamente obligadas a estar por los rincones mientras ellos ocupan prácticamente la totalidad del espacio: "que los niños ocupan la mayor parte del mismo y que se apropian del centro mientras que las chicas se reparten los espacios periféricos" (Tomé González; Ruiz Maillo:1996).



En la edad adulta, esto continúa exactamente igual: si en el inconsciente colectivo, normativo, nosotras estamos regladas al espacio privado y ellos al público, a nivel inconsciente -o a veces no, a veces son plenamente conscientes- van a seguir reclamando SU espacio como el público. Existen muchos estudios de índole sociológica sobre cómo la división de géneros incide en la ocupación del espacio urbano (por ejemplo, McDowell, L:1982 - Hanson, Susan; Geraldine Pratt: 1995). Y esto podemos trasladarlo a la ocupación de los transportes públicos (el espatarre masculino mientras ella queda en un rincón), a la ocupación de los asientos en el cine (él siempre apoyará su brazo en el apoyabrazos central, porque es "suyo"), a la monopolización de las conversaciones laborales (ejemplo típico: propones algo, ni caso, un varón propone lo mismo unos minutos después y es la idea del siglo). En palabras de Pablo Páramo y Andrea Burbano (2010):

Un reflejo de la ideología masculina sobre el espacio se encuentra igualmente en los principios de diseño y de planeación urbana. Short (1996) acuña el término “ciudad-hecha- por-el-hombre” como indicativo de la construcción social del espacio urbano y de la dominación masculina en el diseño y planeación, que refuerza los sesgos de género: los hombres como productores y controladores del espacio y las mujeres como reproductoras de tales estructuras que replican la visión masculinizada del espacio mediante el uso que hacen de éste.

También está estudiada la diferente manera de conducir de los varones, que igualmente reclaman la carretera como suya. Porque "al igual que los demás componentes de lo que constituye la experiencia en el espacio público, el transporte es visto como neutral respecto al género, asumiendo que beneficia a todos por igual. Por el contrario, el patrón de viaje para algunos, es uno de los aspectos de la vida social con mayor influencia de género" (Wachs, 1996).



En fin, que podemos ver cómo efectivamente sobre la ocupación de espacios se puede hacer un análisis exhaustivo desde una perspectiva de género, porque "el discurso del terror sobre el espacio público se crea para mantener precisamente a la mujer bajo el control masculino" (Páramo-Burbano:2010). Pero supongo que cuando uno se beneficia de dichos espacios desde pequeño... no puede verlo, sencillamente.


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Cantó Alcaraz, Ramón; Ruiz Pérez, Luis Miguel (2005): "Comportamiento motor espontáneo en el patio de recreo escolar: Análisis de las diferencias por género en la ocupación del espacio durante el recreo escolar" en "Revista Internacional de ciencias del deporte" número 1, 2005.

Páramo Bernal, Pablo; Burbano Arroyo, Andrea (2010): "Género y espacialidad: análisis de factores que condicionan la equidad en el espacio público urbano"  en "Colombia Universitas Psychologica"  v.10 fasc. p.61 - 70; Colombia: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Short, John Rennie (1996): The urban order: An introduction to cities, culture, and power. Cambridge, MA: Blackwell.

Tomé González, Amparo; Ruiz Maíllo, Rafael (1996): "El espacio de juego: escenario de relaciones de poder". En "Aula de innovación educativa" nº 52-53; pp.37-41.

Wachs, Martin (2000). "The automobile and gender: An historical perspective" en http://www.fhwa.dot.gov/ohim/womens/ chap6.pdf.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Festejos populares versus mataderos: ¿qué pasa aquí?

A la mayoría de la gente le indigna que los animales sufran. Esto es así. A menos que seas un psicópata que se regodee en el dolor ajeno, o un pobre ignorante sin criterio que prefiera aferrarse a la creencia errónea de que los animales no son capaces de sufrir (¡como si no tuvieran sistema nervioso, qué cosas!), no te gustará ver a un animal torturado. La empatía está ahí, es algo que tenemos más o menos desarrollado la mayoría de humanos, y que tiene una gran utilidad social.

Dicho esto, es sorprendente cómo cada vez más y más personas se manifiestan y se indignan a causa de los espantosos "festejos populares" que incluyen maltrato animal, no ya sólo las sempiternas corridas de todos, sino el toro de la vega, las becerradas de Algamesí, y demás simpáticas fiestecillas, que con la etiqueta de "tradición" justifican cualquier barbaridad (las tradiciones, por cierto, no son inmutables, y los pueblos no mueren porque mueran determinadas tradiciones, la identidad cultural es otra cosa, y desde luego cambia con el tiempo, no hay un esencialismo inamovible sin el cual un pueblo ya no sea un pueblo... porque si no, estaríamos todos aún bajo el derecho de pernada y cosas así, anda que no hay tradiciones absurdas que han desaparecido). Es emocionante cómo cada vez más personas reclaman que se ponga fin a esto, y les estoy eternamente agradecida a quienes son tan sumamente valientes de enfrentarse a los paletos hechos masa -sí, la "valentía" canallesca siempre surge de la masa, o del anonimato de internet-. Gracias a todos los que os preocupáis por los animales, de corazón.


Pero... ¿y qué pasa con la otra cara de la moneda? ¿Por qué hay tanta gente que se indigna con los maltratos "festivos" de los animales y sin embargo no dice ni mu sobre el filete que tiene delante, en su plato de comida, todos los días? ¿Qué sucede aquí? Hagamos un pequeño repaso de las cosas en común y de las diferencias que hay entre ambas cuestiones, basándonos en los argumentos clásicos que se escuchan popularmente.

1. "No es lo mismo el matar animales para un espectáculo que para comer; comer es una necesidad imprescindible, y como omnívoros, tenemos que comer carne".
No sé el número de veces que habré escuchado este argumento. Y sí, somos omnívoros. Pero "omnívoro" no quiere decir "tener que comer de todo" (si no, la mayoría de la gente en Occidente tendría una dieta bastante pobre, ya que no suele comer insectos, por ejemplo), sino "tener la capacidad de poder comer de todo". La diferencia parece sutil, pero no lo es en absoluto. Ser omnívoro es, desde luego, muy ventajoso, porque nos permite alimentarnos de animales y/o vegetales, es decir, ¡podemos estar perfectamente sanos comiendo sólo vegetales, precisamente porque somos omnívoros!
Los toros que se lidian después se comen, por cierto. Y su carne es muy cara, además. Y los animales de la mayoría de festejos, lo mismo: ¡la carne no se "desaprovecha"!
Es decir, los animales que se usan en los festejos populares normalmente acaban en un plato, igual que los de los mataderos.


2. "Los animales de los festejos sufren un montón, no así los que nos comemos".
Ésta es muy graciosa. La mayoría de la gente no sabe nada de los animales que se come, o, más bien, prefiere no saber. ¿Tú conoces dónde están los centros donde se procesa la carne, has visto alguna vez cómo se engorda a estos animales, cómo se les trata, o cómo se les mata? No, claro, todo esto "se esconde debajo de la alfombra", porque si la gente supiera, si la gente viera de verdad cómo funciona la industria alimentaria de la carne... no podrían soportarlo, con total seguridad. Al menos, la gente normal, no los psicópatas. Al toro de la vega lo lancean sin piedad. A las vacas que esperan en línea su muerte (imagina ese momento: ver cómo estás haciendo fila y cómo las que están delante de ti, tus compañeras, son torturadas, cómo se las mata de mala manera, cómo muchas veces hay tanta prisa que son escaldadas vivas, descuartizadas vivas, colgadas de un gancho sin que haya funcionado el aturdimiento...), las espolean, esto es, ¡lo mismo! Las pinchan y golpean con palos, se los clavan, para que continúen en la fila1. Cortes, mutilaciones, roturas de huesos... están a la orden del día. Y eso en las vacas o en los cerdos. En animales más pequeños y por ello más "manejables", como los pollos, el horror es aún más impresionante.
Es decir, tanto los animales de los festejos como los que acaban en el plato, sufren muchísimo y son torturados.


3. "Sí, bueno, pero es que yo sólo como carne ecológica de primera, de animales felices".
La carne ecológica se supone que tiene mejor calidad porque los animales han sido mejor alimentados, con ellos no se han usado tantos químicos (antibióticos y demás), y "en teoría" han llevado una "buena vida en libertad". ¡Anda, qué curioso, el mismo argumento que dan con los toros... que han vivido estupendamente, y que por eso no se pueden quejar! Ahora imagina que te ofrecen vivir en una jaula de oro, donde te van a dar masajes todos los días, comida estupenda y te van a poner música clásica. Eso sí, te explican que sólo será el tiempo indispensable hasta que engordes y entonces te maten. ¿De verdad elegirías esto? ¿Qué clase de argumento es "te voy a matar pero hasta entonces vas a vivir estupendamente"? Y por cierto, yo he visto gallinas "ecológicas". El término es tan laxo que resulta gracioso. Te ponen un 0 en los huevos (indicativo de que son gallinas en libertad) únicamente con que éstas salgan un rato al día a un patio pequeño. Evidentemente, no debe de ser suficiente, porque estas pobres gallinas tenían el pico tan cortado como las "no ecológicas" (a las gallinas se les corta el pico porque se vuelven locas hacinadas, y acaban desarrollando comportamientos psicóticos, y dándose de picotazos las unas a las otras... se les corta sin anestesia, y a veces tanto que les impide comer y finalmente mueren de inanición... las gallinas usan el pico para conocer el entorno, y con esta práctica se las deja como ciegas).
Es decir, no hay "animales felices", todos tienen el mismo final: los de los festejos, y los de los mataderos.


4. "Las fiestas con animales mueven mucho dinero, es una industria podrida que se beneficia de subvenciones y demás".
Sí, es verdad. Hay mucha pasta en juego. Subvenciones PÚBLICAS (financiamos estas barbaridades con nuestros impuestos)... al igual que las hay para la ganadería. ¿O acaso pensamos que los toros de lidia, por ejemplo, surgen de la nada? Forman parte de la industria ganadera, al igual que las vacas, son por lo tanto dos caras de la misma moneda. La ganadería mueve mucho dinero. Me contaba un compañero de trabajo cómo en su pueblo mucha gente vivía de la ganadería, forrada gracias a las subvenciones que les daban2. Oh, sí, ahora diremos que si la crisis, o que si esto ya no es lo que era. Me da exactamente lo mismo: se está sacando dinero a costa de la esclavitud, la tortura y la explotación.
Es decir, hay dinero en medio de ambas prácticas, porque forman parte de lo mismo: la cría y explotación animal.


5. "Los espectáculos de los festejos populares dan una imagen festiva de matar, sacando lo peor de los humanos".
Es lamentable ver cómo se comportan los garrulos de Tordesillas, por ejemplo. Cómo se dedican a increpar a los activistas, insultándoles y agrediéndoles como "valientes machos ibéricos". Lo mismo pasa con el paradigma del torero, como el de un hombre "valiente" que se enfrenta "ante la bestia" (¿no hay detrás de esto algo ancestral, ritual?), mientras las damiselas (véase el arquetipo de "la folclórica y el torero") les lanzan un pañuelo perfumado y se entregan a ellos cuando le ganan la batalla al animal. En los mataderos, los empleados (hombres, generalmente, sobre todo con los animales más grandes), se emplean con una agresividad alucinante en la tortura y el "procesamiento" de los animales.
Hay una dicotomía de géneros que siempre se ha esgrimido, un sistema dualista donde lo masculino se ve como lo fuerte, lo activo, lo que manda, y a esto podríamos añadir también... y la carne. Sin embargo, lo femenino se asocia con lo débil, lo pasivo, lo que debe de ser mandado... Comer verduras entraría aquí también, según el imaginario colectivo. No tenemos el arquetipo de un hombre fuerte, vigoroso... y vegetariano (que haberlos, haylos, pero no nos los solemos representar así). ¿Qué quiero decir con esto? Que para mí, veganismo y feminismo son dos cuestiones que deben de darse la mano. Feminismo y veganismo son justicia. Luchan contra estereotipos y dualismos estúpidos y mañidos, donde se explota a unos seres para beneficio de otros.
Es decir, que tanto en los festejos populares como en los mataderos, los humanos sacan lo peor de sí mismos. Y eso se extrapola al imaginario social, donde esta agresividad se asocia con valores patriarcales, masculinos.
Guauuu, qué machoteeee

6. "Todo el mundo come carne, no puede ser que todo el mundo esté equivocado, me gusta cómo sabe la carne, sin embargo no me gusta ver festejos populares donde maltratan animales".
Todo el mundo (bueno, no todo, pero la mayoría) come carne porque no se lo ha planteado. Yo no pienso que quienes coman carne estén equivocados. Simplemente opino que aún no han reflexionado sobre de dónde proviene lo que se comen. Porque no es sencillo hacerlo. Porque supone ir en contra del sistema, que ampara estas prácticas, escondidas por la industria alimentaria porque son tremendamente crueles con los animales para obtener el máximo beneficio al mínimo coste. Capitalismo puro y duro. Lo que está normalizado, se legitima, y con ello cualquier práctica, por cruel que sea, se aprueba, aunque sea intentando olvidar que existe. Así que vamos por ahí "haciéndonos los tontos", comprando en el supermercado bandejitas monísimas con todo despiezado, carnes tratadas con nitratos para que estén rositas (y no grises, como serían sin tratar... son cadáveres, a fin de cuentas), donde no podemos ver nada que nos recuerde que "eso" fue un animal, que sintió y quiso vivir como todos los demás. Y sí, la carne está muy rica para mucha gente, pero hay algo más allá del mero placer momentáneo: la ética. Sin embargo, ver las fiestas produce mucho malestar. ¿Por qué?

PORQUE SE VEN, sencillamente.

Y aquí es donde está la diferencia que buscamos: lo que no se ve, se puede obviar, pero lo que está delante de mis narices... ¿cómo lo escondo, cómo "hago como que no está"... si está ahí?

Yo comprendo que todo el mundo ha de elegir sus batallas. Que no se puede luchar contra todo. Que el mundo está repleto de injusticias, y que cada uno ayuda en lo que buenamente puede. Por ello, es de agradecer que tanta gente se indigne y reaccione ante la crueldad animal. Pero siempre ha de tenerse en cuenta que eso implica una gran contradicción. Que no podemos quejarnos de la crueldad en las fiestas populares pero aceptar la crueldad de los mataderos. Yo misma, cuando comía carne, era consciente de que no estaba siendo coherente, lo sabía y lo admitía, pero la inmensa mayoría de la gente se molesta cuando pones el dedo en la llaga en el centro de su incoherencia. Porque en el fondo, muy en el fondo, saben que "ahí pasa algo".



Festejos y consumo de animales son dos caras de la explotación. Ambas terminan en el mismo sitio (el plato), la diferencia más llamativa que hay entre ambas es que en una se ve la tortura; en la otra, no. Y lo que no se ve, se puede esconder... pero si te lo ponen delante de las narices, ¡la cosa no es tan fácil de olvidar!

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1“Aplicaciones del Manual Media a Sectores Industriales: Industria Cárnica”. Ministerio de Ciencia y Tecnología. Edición Impresa. 2001

2 http://www.magrama.gob.es/es/ministerio/servicios/ayudas-subvenciones/ayudas.asp

sábado, 19 de septiembre de 2015

Inoculando el virus del privilegio

Muchas personas dicen que la denominación "violencia de género" es ridícula, porque es violencia sin más. Que un asesinato es un asesinato, que debería llamarse por ello "asesinato" y no "asesinato por violencia de género". Y bueno, un asesinato es. Es violencia, sí. Pero la coletilla "de género" no está puesta "porque sí".

Los feminicidios, y la violencia contra las mujeres en general, son el crimen más silenciado del mundo. Las mujeres somos la mitad de la población mundial, y en todas partes (aunque algunas en mayor medida que otras, claro, gracias a los logros del feminismo que mucha gente dan por supuesto, pero no, todo eso son conquistas que se han llevado a muchísimas valientes por delante), las mujeres son consideradas "el género inferior". Hago aquí un parón para recordar la diferencia entre sexo y género, que por extraño que parezca, no suele conocerse: el sexo es a nivel biológico, el género a nivel social. Es decir, el "género femenino" es cómo se supone que socialmente debe de ser una mujer, cómo ha de comportarse, cómo se la identifica. Evidentemente, habría que tender a una deconstrucción de los roles de género (que NO de los de sexo, y aquí es, para mí, donde se equivocan muchos feminismos), para que dejen de ser estratos sociales inamovibles, donde uno mira desde el privilegio sin darse ni cuenta y el otro está doblegado con mayor o menor sutileza.

La cuestión es que la etiqueta "violencia de género" sirve para identificar qué se esconde detrás de este tipo de violencia. Si una mujer mata a su marido, por ejemplo, NO es violencia de género, porque el género masculino no es el "considerado inferior", y por ello, no ha ejercido un tipo de violencia totalmente estructural y normalizada como sería al revés. Las motivaciones que pueden llevar a una mujer a matar a su marido son otras bien diferentes, pero en este caso ellas no se encuentran en el lugar de privilegio y por ello no reproducen los patrones de superioridad en el comportamiento transmitidos de generación en generación.



Quiero decir que la violencia de género no es simplemente la violencia directa, lo que se ve (palizas, violencia psicológica, muertes, violencia obstétrica, qué sé yo), sino que la violencia directa es sólo la punta del iceberg, y que está firmemente asentada en una violencia cultural y estructural que legitima dichos comportamientos. O sea, que si tú a un niño desde que es un bebé le estás enseñando que su lugar es el privilegiado, que es superior sólo por pertenecer a determinado género... ¿de qué nos extrañamos si luego reclama dicho espacio?

La ley contra la violencia de género tiene grandes carencias; por ejemplo, sólo considera que se trate de violencia de género cuando sucede en el marco de la pareja o ex pareja. Por ello, víctimas en otros contextos (el trabajo, la consulta del médico, etc)  pasan "desapercibidas". La violencia de género abarca mucho más, y las víctimas son muchas más de las que creemos. Está en todas partes, porque la sociedad asienta sus pilares en ella.



Y luego pasa que llega un verano funesto como éste, donde se han matado a mujeres y a niños (hijos de éstas) sin parar, donde los periódicos y demás medios de comunicación han usado eufemismos absurdos como "mujer fallece en Cuenca" (¡no, no fallece, la han asesinado, señor mío!), y te das cuenta del lío que hay en torno a los conceptos, de cómo no se comprende qué es el género, qué es la violencia de género y en qué consiste.

Todo lo estructural está normalizado, invisibilizado, y por ello es algo tremendamente peligroso. Se trata, entonces, de admitir una vez más cómo el feminismo necesita aún de muchísima pedagogía para llegar a todo el mundo, para explicar los conceptos, para hacer comprender... Y para que todas las personas sepan que la violencia de género existe. Que es un hecho. Que está ahí. Y que quienes la ejercen no son enfermos, sino los hijos sanos del patriarcado, a quienes han inoculado el virus del privilegio desde la cuna.

¡Y cuánto queda aún por hacer!