miércoles, 27 de febrero de 2013

FÓRMULA MAGISTRAL PARA MONTARTE UNA EMPRESA A MITAD DE PRECIO


Ingredientes:
- Una madre puérpera y pardilla con miedo a la separación del bebé que supone reincorporarse al trabajo y que tenga dinero ahorrado.
- Un disfraz de mosquita muerta, incapaz de generar desconfianza.
- Un kilo de cemento del bueno.
- Siete kilos de vaguería.
- Cuarto y mitad de no saber hacer la o con un canuto.

Preparación:
1) Ponte el disfraz de mosquita muerta, portándote siempre como una niña buena, ésta será la clave de todo, el secreto del éxito de esta receta. 
2) Cómele la oreja a la madre puérpera, repitiéndole una y otra vez que asociándote con ella todo será más fácil. Píntale todo de miles de colores, mostrándole las bondades de invertir sus ahorros de toda la vida en un proyecto maravilloso, conciliador, pues "entre dos será más fácil".
3) Sé solícita y comprensiva, hasta el momento de la firma. A partir de entonces ya podrás hacer lo que te dé la gana.
4) Ponte el cemento en la cara, para que se te ponga bien dura. Junta en un bol la vaguería y la incompetencia, y úsala durante meses tumbada a la bartola mientras la otra lo hace absolutamente todo.
5) Cuando te pregunten que por qué actúas así, di cosas de niña reprendida, como "se me ha olvidado", "lo estoy intentando", etc. Pero sigue en tus trece, ¡que esto es pan comido!
6) Tócate las pelotas a cuatro manos mientras ves cómo tu socia se pasa las noches en vela, ¡ánimo, que ya le queda poca cocción!
7) Cuando la madre puérpera pardilla se harte de esto y decida irse, haz uso por última vez del disfraz  de mosquita muerta para prometer que arreglarás lo del dinero en seguida. Luego, una vez esté la firma, no arregles nada y por fin podrás ser tú misma y portarte como una bruja. Pon a caldo a la pardilla diciendo públicamente cosas como "a partir de ahora todo será como siempre debió ser", pero usa toda la infraestructura que te montó ella, ¡no te vayas a cansar pensando por ti misma!

¡Y ya está! Tienes una empresa montada de puta madre sin haber movido un músculo y con la mitad de inversión... ¡Yuhuuuu!

CONSEJO: Para que salga redondo, busca algún tema del que la madre puérpera controle. Tú aunque no tengas ni idea da exactamente igual, puesto que no vas a tener que hacer nada.

jueves, 14 de febrero de 2013

"El rollo holístico, que vende"

En el mundo, siempre hay oportunistas. Es algo inherente al ser humano. Es algo inherente a todas las profesiones. De repente, hay algo que se pone de moda, ¡y plaf! Se adhieren sin pensárselo dos veces personajes de toda condición.
En este mundillo de la crianza con apego y temas afines sucede lo mismo, por supuesto. Y así, psicólogos conocidos por ser conductistas a tope y despreciar a los niños, de repente escriben libros o dan cursos sobre respetar ritmos, etc. O ginecólogos que usaban instrumentos como auténticos hombres orquesta de repente quieren hacer partos respetados. O chicas provincianas que no saben dónde van los plásticos en el cubo de reciclaje, de repente abren tiendas de temas ecológicos.
Claro, es que los tiempos cambian, y lo ecológico, "lo natural", parece que vende. Y si das una patada, de debajo de las piedras salen buitres que sólo esperan su oportunidad de ganar dinero aprovechando el filón de todas estas "tonterías newage". Es, como dice mi chico, "el rollo holístico, que vende".


¿Alguien se cree realmente que ¡puf! por arte de magia un montón de personas de convicciones supuestamente firmes cambien de opinión y de bando, y se pongan a defender a capa y espada otros modelos de crianza, de vida, de nacimientos? Las bondades del respeto en todos los sentidos (a las mujeres, a los niños, a la naturaleza) son muchas, pero que haya conversos tan vehementes y tan de golpe de todo lo "ecoguay"... pues me hace sospechar, lógicamente.
El problema de todo esto es que no es en vano. Hay víctimas. Porque quienes así ejercen su actividad, por el mero hecho de ganar dinero, sin creer realmente en lo que defienden... ni lo van a hacer a gusto, si lo van a hacer bien. No funciona. Y las madres primerizas, por ejemplo, son víctimas fáciles de este tipo de personajes.
Hace poco estuve viendo una página web llamada "susurradora de bebés" de una mujer que, subiéndose al carro del respeto, la empatía, la crianza natural y demás, afirmaba cosas como buscar la independencia de niños de tres meses y barbaridades semejantes. Recomiendo su página, es pasmoso encontrar tal cantidad de contradicciones en tan corto espacio. Y si esto se quedara en una anécdota más o menos graciosa pues no pasaría nada... pero esta señora tiene en su perfil de Facebook un montón de seguidoras, ávidas de cada palabra que sale de sus labios. Y resulta muy triste. Resulta triste decir sólo lo que las madres quieren oír, aprovechándote de su vulnerabilidad, de su fragilidad emocional en el momento del puerperio, para separarlas de sus hijos con maniobras totalmente ambiguas y que fomentan, en definitiva, un apego inseguro.
Y éste es sólo uno de tantos ejemplos. Se pueden encontrar por todas partes, sólo hay que ahondar un poco, rebuscar en las biografías de quienes ahora dicen una cosa y antes decían la contraria. Por supuesto, puede haber conversos, la gente cambia de opinión. Pero no todos. Lo que sobre todo hay son oportunistas.
Creo que, en definitiva, lo importante es seguir siempre tu instinto. Así que si vas a un curso y el que lo imparte parece que lleva un disfraz, desconfía. Si vas a comprar un fular o un pañal de tela pero la dependienta no sabe ni lo que vende, desconfía. Si vas a un ginecólogo que te promete el oro y el moro (por una cuantiosa suma) pero ves que dice cosas contradictorias, desconfía.
La información es poder. Y hay mucha información para contrastar. Internet está repleto de información. Sólo tenemos que tener el suficiente criterio como para no fiarnos del primer gurú que asome por nuestra puerta. Hay que leer, hay que investigar... y después de eso, decidiremos. Con tranquilidad, con cabeza. Con corazón.

lunes, 11 de febrero de 2013

Una sociedad recoge lo que siembra

Recientemente, a raíz de un programa televisivo sobre la situación educativa en Finlandia, ha saltado a la palestra el debate de por qué no tenemos en España un sistema educativo similar. Y es que por muchas vueltas que le demos, comparar Finlandia con España es como comparar manzanas con coches. Es que no tiene ningún sentido porque a nivel social estamos a años luz. No quiero caer en el típico cliché al que tanto tendemos de idealizar Escandinavia, porque nunca he estado ahí y no me veo cualificada para hablar de lo que no conozco, lógicamente. Así que trataré sólo de la parte con la que me topo a diario:


  • En España, los niños NO son lo primero. Y es curioso, porque cada vez tenemos menos hijos, pero en lugar de dedicarles más atención, les dedicamos menos. Y es que aquí, lo primero es el trabajo. Los horarios son absurdamente incompatibles con una vida familiar de calidad. Conservamos aún en gran parte de las empresas los horarios que surgieron en la época de Franco, en la cual el pater familias se iba a comer a casa y hasta podía echarse la siesta para después volver a la carga. El problema es que ya no sólo trabaja el marido. Si antes con un solo sueldo vivía toda la familia, ahora son necesarios dos muchas veces para llegar a duras penas a fin de mes. Y si ambos progenitores están trabajando hasta las siete de la tarde y más allá... ¿quién se encarga de los niños? ¿El colegio, las actividades extraescolares, los abuelos? ¿La televisión? No hay medidas de conciliación reales (NO, conciliar no es ampliar los horarios de guardería, conciliar es reducir los horarios de trabajo, volverlos más intensivos), y no deja de ser chocante cómo en España trabajamos más horas que en muchos otros países, pero la productividad es mucho menor. Ya explicó Marx en su día las diferencias entre plusvalía absoluta y plusvalía relativa, y no voy a entrar en eso... Pero existe una causa-efecto (muchas horas de trabajo -> poco tiempo con los hijos) difícil de romper. Si lo primero de un país no son los niños, esto es, el futuro de dicho país, mal empezamos. Además, tenemos tendencia al calientasillismo (estar muchas horas en el trabajo, aunque juguemos al solitario o nos rasquemos la nariz, para "aparentar" que trabajamos más que el compañero), lo cual se solucionaría si se trabajara por objetivos y no por horas. Por desgracia, muchos lugares de trabajo son paternalistas y viejunos y no confían en sus empleados, por lo que se dificulta el teletrabajo y otras medidas que ayudarían a la conciliación. La figura del jefe bigotudo y con olor a alcanfor paseándose entre las mesas comprobando que la gente está trabajando de verdad sigue siendo de plena actualidad. Y tiene muchísimo que ver con cómo estamos educados, con lo cual se forma un círculo vicioso. 
  • En España, la picaresca es el primer paso de la corrupción. Éste es un punto controvertido. Pero siempre he opinado que los políticos de un país son un claro reflejo de cómo está establecida su sociedad. Todos nos escandalizamos cuando un político roba miles de euros. Pero pocas personas se encuentran una cartera en el suelo y la devuelven a su dueño. Todos nos escandalizamos cuando un personaje público miente en sus declaraciones. Pero todos copiamos en los exámenes y mentimos en los currículos y ni nos despeinamos. Todos nos escandalizamos cuando en las altas esferas hay una carencia total de civismo... pero seguimos sin recoger las cacas de los perros, aparcamos en doble fila por no caminar tres metros y vamos, sin más, a nuestra absoluta bola. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que habría que ver cuántos de nosotros, en la situación de ser sobornados (por ejemplo), no caeríamos en el cesto. Por eso digo que la picaresca es una corrupción "light". No educamos para el civismo y la honradez. No lo hacemos. Pasamos poco tiempo con los hijos, y no les mostramos que la base de cualquier sociedad ha de ser el respeto hacia los demás. Una sociedad recoge lo que siembra.
  • En España, confundimos instrucción con educación. Consecuencia de los dos puntos anteriores, muchos padres delegan en el colegio absolutamente todo. Tienen un hijo, y ea, que sea el colegio quien se encargue de todo. Pues no. La crianza y la educación tienen que venir de las familias. Los colegios están para instruir. Es que no es lo mismo. Pero si no podemos pasar tiempo con nuestros hijos, y cuando llegamos a casa estamos tan cansados que sólo nos sale pegar cuatro gritos, ¿cómo vamos a educar a nadie? ¿Cómo vamos a enseñar respeto a nuestros hijos cuando estamos tan quemados del día a día en las junglas laborales, que sólo nos salen improperios?
  • En España, la educación de los colegios lleva años estancada en un modelo que no funciona. Las clases están planteadas con una estructura donde todos los niños se tratan sin tener en cuenta sus peculiaridades, porque aunque se llenen la boca como palabras como "diversidad", si una clase tiene 27 niños y un solo profesor, y una estructura decimonónica donde todos deban estar sentados durante horas sin moverse y sin fomentar la creatividad, el criterio propio o la curiosidad, añadir peculiaridades a este esquema (niños inmigrantes que no conozcan el idioma, niños en grupos de riesgo de exclusión social, niños con déficit de atención, o con necesidades especiales, etc) sólo lo empeora. Además se fomenta la competitividad en vez de la colaboración (luego será lógico que en la vida laboral no sepamos trabajar en equipo), y la calificación por medio de notas hace que no importe lo que aprendas realmente, sino que se trata de meterse un montón de datos dentro del cerebro, escupirlos en el examen y a otra cosa mariposa... ¿Cuántas cosas recordamos de las que aprendimos en el colegio? ¿Para qué sirve todo eso, entonces? Por no hablar de las reformas educativas, con clara carga política, que ponen patas arriba todo el sistema educativo una vez tras otra.


En fin, que creo que todo está relacionado. Educación, sociedad, trabajo, organización vital. No podemos pretender traer un modelo educativo que está basado en una estructura social que nos es totalmente extraña. Porque ese modelo educativo traería de la mano precisamente toda una serie de grandes cambios sociales.
Yo quiero ser optimista, porque veo que cada vez más personas alzan la voz contra este modelo demencial de trabajo y de educación. Y los cambios no siempre se producen de golpe, a veces hay pequeñas revoluciones silenciosas y lentas, pero que al final incluso calan más que la pataleta inmediata.
Pero lo que está claro es que por algún sitio hay que empezar. Que no sabemos si fue antes el huevo o la gallina. Pero que hasta que no tengamos claro que los niños son lo primero, y que sin educación no somos nada, no somos nadie, no podremos avanzar hacia una sociedad más madura y civilizada.

jueves, 7 de febrero de 2013

Soy una señorita, y estoy bien calladita

El otro día me preguntaron "¿señora o señorita?". Sí, año 2013. Sí, aún hay gente a quien no conozco de nada que juzga que el saber si estoy casada y desvirgada es algo importante para rellenar un formulario o para hacer cualquier gestión.

La palabra "señorita" es una de tantas que en castellano tiene una serie de connotaciones totalmente diferentes a las de su equivalente masculina. Porque así como un "señorito" es un pijo, hombre adinerado, o similar... "señorita" quiere decir "virgen". Como suena, sin más. Otro reflejo más de la sociedad patriarcal son estas constantes connotaciones sexuales en tantísimos vocablos aplicados a las mujeres.


Una señorita es una virgen, porque no se ha casado (porque claro, una mujer "de bien" ha de llegar virgen al matrimonio, esto ni se cuestiona). Pues eso: ¿cómo a día de hoy a nadie le extraña que siga existiendo un término tan absolutamente despectivo hacia la mujer, hacia su privacidad, hacia su sexualidad, y hacia la noción misma de igualdad?

Si yo tengo que aclarar si soy virgen o no para rellenar un formulario, algo raro pasa.

Y daría para un post aparte el hablar de las tantísimas otras palabras que existen (insultos, en su mayor parte) relacionadas con la mujer con connotaciones ineludiblemente sexuales. Porque como todo el mundo sabe, las mujeres no somos más que objetos. Las señoritas somos así.

domingo, 3 de febrero de 2013

Tomando ejemplo

Llevo un buen tiempo colaborando de manera virtual como voluntaria en El hogar de Luci. Pero puesto que mi bebé tiene casi un año y medio y ya aguanta unas horillas con su padre, esta mañana fui por fin a conocerlo y a ayudar físicamente.Y a pesar de que estoy teniendo unos días algo bajos de moral, he salido de ahí feliz, exultante y con el corazón conmovido.

He aprendido que las gallinas se comen sus propios huevos con voracidad, porque son suyos y les vienen estupendamente como fuente de proteínas.
He aprendido que las ovejas son animales cálidos y tremendamente cariñosos.
He aprendido que los cerditos son juguetones y traviesos como niños pequeños.
He aprendido que los conejos son tímidos y aman dormitar al sol hechos bolitas, todos juntos.
He aprendido que las vacas saben dar besos.
He aprendido que las cabritas disfrutan del aire libre y de la vida pacífica.
He aprendido que el tamaño no es lo importante, pues dos ocas pueden dominar a animales mucho más grandes que ellas.
He aprendido que los patos son simpáticos y cautos.
He aprendido que las palomas se encariñan con su casa y les cuesta adaptarse a situaciones nuevas.
He aprendido que a los gallos les encantan las caricias.
He aprendido que los cerdos vietnamitas son dóciles y delicados.
He aprendido que los perros y los gatos se quieren como hermanos.

Todos se quieren como hermanos, en realidad. He aprendido que los animales pueden convivir en perfecta armonía. Que la vida sencilla aligera el alma de cargas absurdas.

¿Por qué los humanos no podemos?


viernes, 1 de febrero de 2013

Tus hijos no son tus hijos

Hace unos días en las redes sociales se hablaba con estupor acerca de un vídeo en el que se ve a un pobre niño de entre tres y seis años siendo obligado a tatuarse por su madre. El niño patalea y se retuerce de dolor mientras tres adultos le sujetan. Dicho vídeo ha dado la vuelta al mundo causando indignación por doquier. Desconozco los motivos de tatuar a una criatura indefensa (por ahí he leído que era por algo religioso, no sé si será cierto). Pero parémonos por un momento a pensar.
En el mundo entero, miles de niños son obligados a diario a todo tipo de modificaciones corporales, en función de las distintas culturas y creencias: tatuajes, escarificaciones, ablaciones, circuncisiones, perforaciones, deformaciones por joyas (como las célebres mujeres jirafa, de la tribu de los Padaung,  proceso que empieza a los cinco años). Sucede así desde siempre, y pocas personas ponen el grito en el cielo. Recuerdo una vez en la facultad a un profesor de antropología defender la ablación porque según él "no podemos verlo todo con una perspectiva etnocentrista, sin tener en cuenta el relativismo cultural".


Pues bien, señor profesor, lo siento muchísimo, llámeme etnocentrista, pero me resulta una auténtica burrada.

¿No nos parece a todos que obligar a un niño pequeño a modificar su cuerpo por capricho de sus progenitores no es lícito, no es moral, es un auténtico abuso de poder?

Entonces... ¿por qué hay gente que perfora las orejas de sus hijas?

Pues exactamente por lo mismo: porque está en su cultura. Y no lo ven. No se salen de ahí. (Marcamos a las niñas para hacer una distinción de género, no sea que alguien las confunda con chicos. Desde que tienen pocos días, ya tienen ahí ese sesgo de género, ya se condiciona cómo los demás las van a tratar. ¡Con lo cómodo que sería para los bebés vivir en un anonimato de género!)

Vaya, señor profesor, no soy tan etnocentrista como pensaba... ¿No habrá quizás una moral por encima de las culturas? ¿No debería estar el sensocentrismo por encima del etnocentrismo o de cualquier otro posicionamiento cultural? Hay que evitar sufrimiento a quienes pueden sufrir. Tan sencillo como eso.

Y ahora habrá gente que se agarrará al mañido argumento de que no es lo mismo, de que una cosa es un doloroso tatuaje y otra "un pinchacito de nada" de los pendientes. Pero es que el dolor es una cosa muy relativa, para empezar. Cada uno siente el dolor de un determinado modo, y no a todos nos duelen las mismas cosas con idéntica intensidad. Yo por ejemplo tengo un tatuaje, y éste no me dolió apenas cuando me lo hice. Lo que quiero decir es que... ¿quiénes somos nosotros para juzgar qué le duele a quién, y cuánto? Y, por otro lado, qué más da que sea más o menos doloroso, como si no lo fuera: modificar el cuerpo de tu hijo, basándote en tu superioridad sobre él, no es justo. Si los pendientes no dolieran en absoluto, opinaría exactamente igual. Yo no tengo derecho a decidir sobre el cuerpo de mi hija, porque mi hija no me pertenece.


Yo no le hice pendientes a ninguna de las dos. Cuando mi hija mayor tenía tres años, quiso hacérselos. Esperé varias semanas a ver si era algo pasajero o una decisión firme. Vi que se trataba de lo segundo, así que le acompañé, se los hizo muy feliz, y hoy en día es una presumida de sus pendientes. No fue más traumático para ella que hacérselos de bebé (aún hay gente que piensa que a los bebés las cosas no les duelen, no hace tanto que por esto eran operados sin anestesia, los pobres), al revés, lo fue mucho menos porque se trató de una decisión consciente por su parte. Ampararse en que el perforar de bebé es mejor "porque luego no se acuerdan" es totalmente inmoral. Es que entonces se puede justificar cualquier cosa. No se debe de hacer daño a los niños, independientemente de si se acuerdan o no. Tú sí te acordarás de que aquello sucedió.

En definitiva, creo que los prejuicios culturales muchas veces no nos dejan ver más allá. ¿Cómo podemos escandalizarnos de ver cómo tatúan a un pobre niño indefenso, y nos parece correcto ponerle un par de pendientes a un bebé de dos días? No lo comprendo, ni lo haré nunca.

Y termino con este poema tan hermoso de Kahlil Gibran que tanto hace pensar...

Tus hijos no son tus hijos 
son hijos e hijas de la vida 
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti 
y aunque estén contigo 
no te pertenecen.  

Puedes darles tu amor, 
pero no tus pensamientos, pues, 
ellos tienen sus propios pensamientos. 

Puedes abrigar sus cuerpos, 
pero no sus almas, porque ellas, 
viven en la casa del mañana, 
que no puedes visitar 
ni siquiera en sueños.  

Puedes esforzarte en ser como ellos, 
pero no procures hacerlos semejantes a ti 
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.  

Tú eres el arco del cual, tus hijos 
como flechas vivas son lanzados. 
Deja que la inclinación 
en tu mano de arquero 
sea para la felicidad.