lunes, 6 de enero de 2014

¿Que el veganismo es radical?

Radical es separar a un bebé de su madre a las pocas horas de nacer, para comerse el bebé a los pocos días, y explotar a la mamá como a una máquina de fabricación de leche, piel y carne, y obligarla a preñarse una y otra vez y ver cómo todos sus hijos le son arrebatados sin poder hacer nada.

Radical es arañar el fondo marino para arrasar con todo lo que ahí se encuentra, porque para que tú te comas una bandeja de sushi han tenido que perecer once kilos de todo tipo de animales.

Radical es asistir a espectáculos, recintos, lugares destinados a niños, donde los animales están entrenados a base de golpes. Donde para conseguir traer a según qué seres exóticos, han muerto miles de ellos por el camino. Donde no viven en su hábitat natural. Donde se vuelven locos en jaulas.

Radical es criar en condiciones espantosas a todo tipo de dulces criaturas para arrebatarles su piel y confeccionar abrigos para señoras gordas que se creen hermosas llevando sobre sí la muerte y el sufrimiento.



Radical es desmembrar a víctimas inocentes estando aún vivas, porque el aturdimiento no funciona casi nunca (¡que hay que ahorrar!).

Radical es comprar animales como quien se compra un muñeco, y cuando te cansas, lo dejas por ahí tirado como cualquier otro objeto de obsolescencia exprés. Radical es saber que estos animales provienen de madres en condiciones espantosas, que son violadas una y otra vez, y viven en jaulas sin poder moverse, sólo teniendo más y más hijos.

Radical es asesinar a un pobre ser mientras chilla desconsolado, desangrándolo totalmente porque así sabe mejor o no sé qué. Y encima convertirlo en un acto de regocijo y celebración.

Radical es cargarte con una escopeta y pegarle un tiro a todo lo que se mueva, porque sí. Porque cuando matar se convierte en deporte, la atrocidad se diluye y parece que no es tal. Cazar es un acto cobarde y vil y desde luego de deporte no tiene absolutamente nada.

Radical es matar a palos a un animal para quitarle su piel y que ésta esté más suave.



Radical es usar un anzuelo para que una bella criatura marina agonice fuera del agua sin poder respirar y encima con ese espantoso artilugio de metal clavado, desgarrándole la carne.

Radical es que se apiñen gallinas en espacios mínimos, robándoles sus huevos, cambiándoles los ciclos con luces artificiales, aplastando los pollitos machos nada más nacer para convertirlos en caldo, cortándoles los picos a todas (¡y sin anestesia, claro!) para que en un acto de locura que siempre sucede no se lesionen o lesionen a las demás, buscando el aire y el espacio y la libertad que jamás tendrán.

Radical es torturar como un espectáculo, llamándolo arte, blindándolo con leyes y decretos para que sea un algo intocable, porque mueve dinero a espuertas, mientras gente sin empatía observa cómo muere un ser indefenso, en una agonía larga, en un miedo terrible. Radical es ignorar ese terrible sufrimiento, porque quienes no tienen empatía reciben un nombre bien claro: psicópatas.

Radical es criar animales en las peores condiciones para así ahorrar en costes, sin permitirles jamás ver la luz del día ni disfrutar de la felicidad, sólo comiendo piensos repletos de medicinas porque están enfermos en el hacinamiento, enfermos entre sus heces, enfermos en el alma.

Radical es inyectar jabones y tabaco y sustancias en ojos y orejas, en cuerpos indefensos que no entienden qué han hecho para merecer esto, por qué para tener un lavavajillas que limpie muy bien han tenido que morir a centenares un montón de pequeños que jamás conocieron una vida sin dolor.

Radical es saber todo esto y no hacer nada.
Radical es ser cómplice.
Radical es seguir adelante como si nada.

¿Y tú me llamas a mí radical?