sábado, 2 de noviembre de 2013

Echándonos tierra encima

El otro día me comentaba una compañera de trabajo que los hombres conducen mejor. Que está comprobado. Es la misma compañera que hace años me dijo, cuando me mostré preocupada por sacar el coche del aparcamiento tras una copiosa nevada (un aparcamiento en cuesta y sin asfaltar, repleto de baches), que se lo pidiera a un compañero (varón) para que lo hiciera él. Como si tener un pene entre las piernas garantizara el ser capaz de luchar contra las inclemencias del tiempo mejor. Como si la nieve se arrodillara ante ese pene diciendo "oh, voy a fundirme, gran señor, y a dejarte paso".

¿Y no será que ella conduce mal (porque sí, porque no todo el mundo tiene la misma habilidad para todo) y ya extrapola todo? ¿Y no será que además está tan imbuida en este sistema patriarcal que ya lo acepta como algo natural, y se pone esa limitación?



Sé que se trata de algo totalmente anecdótico. Pero dice mucho de cómo es la sociedad. Si nosotras mismas nos echamos tierra encima, apaga y vámonos. Si nosotras mismas nos ponemos en un escalón inferior, porque "está comprobado" que tal o cual (¿comprobado por quién, cuándo, cómo? ¿dónde están esos estudios? Yo pensaba que era justo al revés, a tenor de lo que dicen las aseguradoras... aunque evidentemente creo que ni lo uno ni lo otro, la gente conduce bien o mal independientemente de su sexo, qué chorrada es ésa...), ¿qué mensaje le transmitimos a nuestros hijos?

Conduzco bastante, me hago al menos cien kilómetros al día, y personalmente sólo temo a dos tipos de conductores: a los viejecitos (porque ya no están en disposición de según qué cosas), y a los que van por ahí con cochazos pensando que la carretera es suya.

Sé que todos transmitimos valores sexistas. Es inevitable y, muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta. Con algunos comentarios, con algunas actitudes, con algunas poses. El mensaje se perpetúa sin quererlo y penetra en las cabecitas de los más pequeños, queramos o no. Pero algunas actitudes son más que eso. Algunas actitudes son tan sumamente obvias que duelen, sin más.

Si nosotras mismas no nos empezamos a dar cuenta de que podemos hacer las cosas exactamente igual, ¿cómo despertaremos entonces? ¿Qué legado transmitiremos?

1 comentario:

  1. Jaja... Qué pena de compañera (por Dios, qué cosa más... ejem... poco evolucionada). Y pena tú también que tienes que escuchar semejantes sandeces... Sí, es FUNDAMENTAL que las propias mujeres nos creamos capaces (porque lo somos) de hacer cualquier actividad intelectual que queramos (con nuestras particulares diferencias individuales) con la misma o mayor tasa de éxito que un hombre...

    Tu anécdota me recuerda a otra mía (esta no de una mujer con pensamiento sexista, sino de un hombre): viniendo de hacerme yo solita unos 1500 kilómetros por Europa, encuentro un problema en el sistema eléctrico a mi llegada a España y me dirijo al taller. El mecánico me mira con escepticismo y me pregunta: "¿sacas alguna vez el coche de casa más allá de hacer la compra por la ciudad, etc.?" JUAS JUAS JUAS. Diosssssss... ¡Así va el mundo!

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