lunes, 10 de marzo de 2014

Cuando la "superfertilidad" es el problema

Muchas parejas están meses y meses, años y años, intentando concebir sin éxito. Lo intentan todo, desde cambiar la alimentación, la postura, recurrir a métodos de detección de la ovulación, tomar café y omega3 porque así los espermatozoides se supone que van más deprisa, y usar calzoncillos anchos, y tomarse la temperatura basal y observar el moco cervical... Y los días pasan y pasan y la regla baja y baja y lo que al principio empezó como un cúmulo de pequeñas desilusiones mensuales se acaba convirtiendo en una auténtica desazón que escuece en el alma, en un "¿por qué yo no?". Y por la calle parece que todas las mujeres estén embarazadas. Hay embarazadas por todas partes. Y muchas de estas mujeres digamos "poco fértiles" acaban recurriendo a métodos de inseminación artificial. Y aun así, muchas siguen sin conseguirlo. La desesperación y la depresión aumentan según va pasando el tiempo.

Este escenario nos resultará familiar. Todos conocemos a alguien que se encuentra en esta situación: quiere tener un bebé, pero no lo consigue. No hay manera. No se queda embarazada. Se hace mil pruebas, todo está bien, pero... no hay manera.

Lo que quizás no sea tan conocido es el caso contrario, la otra cara de la moneda, igualmente frustrante, igualmente dolorosa: cuando se es "demasiado" fértil. ¿Se puede ser "demasiado" fértil? Sí, se puede. Quedarte embarazada prácticamente con que tu pareja te mire de soslayo. Hacer diana aunque no se quiera. Y, sobre todo y ante todo, no discriminar.

¿Qué quiere decir esto? Pues que hay úteros "poco selectivos". Cuando un embrión no es viable, el cuerpo debería encargarse de desecharlo, generalmente al principio, así que la mujer ni se entera de que estaba embarazada, porque este descarte se correspondería con la regla. Un micro-aborto para un micro-embarazo de pocos días. Pero no todos los cuerpos son así. Algunos úteros "aceptan a cualquiera", sin discriminar si es un embrión viable o no. Las células uterinas, que deberían encargarse de realizar esta discriminación, no la hacen, aceptando embriones viables e inviables. Como un portero de discoteca que no pide el DNI y deja pasar a niños de doce años.


Médicos del hospital Princess Anne de la ciudad de Southampton y del Centro Médico Universitario de Utrecht realizaron un estudio tomando muestras de los úteros de seis mujeres que habían tenido embarazos normales y de otras seis que habían sufrido abortos espontáneos recurrentes. Colocaron embriones de distinta calidad en el canal formado por dos líneas de células uterinas. Las células provenientes de las mujeres con fertilidad normal comenzaron a crecer hasta alcanzar a los embriones de alta calidad, ignorando al resto. En cambio, las células “superfértiles” comenzaron a crecer hacia todos los embriones.

Por lo tanto, ser "superfértil" es un gran problema. En palabras del profesor Nick Macklon, responsable de este estudio: "Muchas mujeres afectadas por estos casos creen que simplemente están rechazando su embarazo y se sienten culpables. Pero hemos descubierto que la causa puede ser que son superfértiles y acogen embriones que normalmente no sobrevivirían hasta implantarse".

Las consecuencias de este exceso de fertilidad son los abortos recurrentes... y de toda índole: tempranos, más tardíos, huevos hueros, malformaciones...

Y al igual que no es plato de buen gusto el intentar tener un bebé que no llega, no es tampoco nada agradable ir al cuarto de baño y expulsar una pequeña placenta de seis centímetros. Dicen que los extremos son malos, y desde luego en este caso se cumple. Malos, frustrantes, y terriblemente dolorosos.

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