lunes, 8 de octubre de 2012

Celebrando lo que debería ser normal

Ayer terminó la semana de la lactancia y hoy empieza la semana internacional de la crianza en brazos. Y me pasa lo de siempre, que me pongo a pensar si creo en celebrar según qué cosas o no. ¿Por qué hay un día del orgullo gay, por qué hay un día de la mujer trabajadora, por qué se celebran cosas que deberían de estar absolutamente normalizadas?

Es que el día del orgullo gay se me antoja un carnaval y poco más. No veo ya reivindicación por ningún lado. Y nunca he comprendido por qué hay que estar orgulloso de ser gay, o de ser heterosexual, o de tener los ojos verdes. Uno es lo que es, ¿por qué hay que estar orgulloso de algo que va más allá de la mera elección? ¿Por qué estar orgulloso de ser gay es guay pero estar orgulloso de ser blanco es racista, por ejemplo? No lo comprendo. Y si es así, ¿no debería celebrarse el orgullo todos los días? Lo mismo pasa con el día de la mujer trabajadora. Las mujeres siempre hemos trabajado, siempre, y muchísimo. Que de un tiempo a esta parte se nos pague por ello (menos que al hombre, ¡faltaría más!), ¿no quiere decir que celebrar el día de la mujer nos permite expresarnos un día al año en plan pataleta? ¿No quiere decir que el propio día de la mujer nos coloca nuevamente por debajo, ya que no hay un día del hombre?

Pues con estas cosas me pasa un poco lo mismo. Somos mamíferos. La crianza es en brazos, el alimento es por la teta. Fin de la historia. ¿Por qué hay que celebrar algo que es lo normal? Yo no celebro el día de la evacuación por el esfínter, el día del pelo que crece o la semana internacional de los oídos que escuchan.


Por otro lado, comprendo que estas celebraciones se realizan en pos de la visibilidad y todo eso... ¿pero eso no debería de ser un trabajo diario? Yo me saco la teta donde sea si mi hija tiene hambre. Yo llevo en brazos a mi bebé así se hunda el mundo o la vecina del quinto diga todas las chorradas que le dé la real gana. No necesito que sea en una celebración, al igual que jamás necesité una sala de lactancia porque a mí me da igual amamantar en la sala de espera del dentista que en la sección de congelados del Mercadona.

Y por eso yo me pregunto... ¿qué estamos celebrando, exactamente? ¿Que hemos perdido nuestra esencia mamífera? ¿Que hemos perdido la capacidad de respetar, y por eso tenemos que volver una y otra vez a analizar lo obvio? ¿O que lo que hacemos NO es lo normal y por eso necesitamos de una celebración para mostrarnos al mundo? ¿En qué momento dejó de ser normal, por qué, cómo podemos trabajar de modo que nunca más haya que celebrar nada así, puesto que no resaltará de ningún modo?

Supongo que lo normal y lo habitual no son las mismas cosas, y me entristece.

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