lunes, 24 de diciembre de 2012

No es lo mismo

El otro día me hablaba mi marido de una compañera de trabajo que acaba de tener un bebé y que opina que éste únicamente necesita "calor humano", sin importar de quién, con lo cual da igual darle el pecho o el biberón, puesto que sólo quiere estar "en contacto con otro cuerpo", sin importar si es el de la madre o el del revisor de la caldera. Quien así habla es una persona con estudios superiores, dos ingenierías, matrículas de honor por todas partes, inteligente y culta. Quiero decir que no es una pobre boba ignorante ni mucho menos. ¿Cómo puede ser? A mí la verdad es que estas cosas me dejan de piedra. No ya por un mero "quien puede leer debe informarse", sino por cómo determinados prejuicios están tan sumamente arraigados en la sociedad que incluso personas con buenas capacidades no son conscientes de ellos.

Y me da mucha pena.

No sé si esa mamá le dará el pecho a su bebé, no se trata de eso. Quizás finalmente se sienta conquistada y el instinto consiga salir a flote, como tantas veces ocurre. Pero lo más probable es que, por desgracia, pase lo de siempre: que los prejuicios son tan fuertes que desista antes de intentarlo siquiera. Porque ni se le pase por la cabeza que su hijo lo que quiere es estar con ELLA, el único ser humano que conoce, el único olor familiar, el único regazo plenamente tranquilizador.

Claro que un bebé puede calmarse en contacto con otro cuerpo (y sí, necesita estar en contacto con alguien, y si no es la madre, pues se conformará, mejor eso que estar tirado solo en una cuna muerto de miedo a que venga un depredador a por él, el instinto de supervivencia es lo único que tiene). Pero en un mundo ideal, donde se tenga en cuenta la condición mamífera de dicho bebé (porque no es un renacuajo ni un lagarto ni una serpiente de cascabel), lo natural es que quiera estar pegado a su madre. Y es que la crianza, en los primeros meses, es cosa de la madre. Sólo hay que mirar a cualquier otra hembra mamífera. Al bebé humano le trae sin cuidado que estemos en una sociedad moderna, porque él sólo tiene sus instintos, y éstos son los mismos que el de un ternero o el de un lechón.

Por supuesto que habrá momentos en los que la madre necesite descansar, y para eso está el padre, o la abuela, o la tía de Murcia. Eso es lógico y no somos heroínas. Pero negarle por sistema, y desde el mismísimo principio, la teta al bebé, con la excusa de que "mientras esté con alguien, qué más da teta o biberón", me resulta cuando menos asombroso.

Asombroso porque ya hay tantísimos estudios demostrando la idoneidad de la leche materna frente a la artificial, que una persona podría quedar literalmente sepultada por éstos. Pretender desde un primer momento que es igual una que otra se me antoja no sólo surrealista, sino peligroso. Asombroso porque la gente que pretende tener un hijo como quien tiene un muñeco me hace abrir los ojos hasta el infinito. Asombroso porque no comprendo cómo una persona con formación científica niegue estos hechos y se quede tan ancha.

Y sí, cada mujer debe decidir si da el pecho. Es que no se trata de eso. Lo que yo quiero constatar es que, si alguien decide no darlo, debe de ser con pleno conocimiento de lo que está haciendo. Pero ocultar la verdad bajo un montón de prejuicios, arraigados a saber a través de quién y por qué, al final únicamente perjudica al más desvalido en toda esta historia, al que no podrá decir esta boca es mía y pagará el pato, a la víctima de todas estas historias: el bebé.


2 comentarios:

  1. a lo mejor se ha autoconvencido por pura comodidad? Porque sino le será demasiado dificil volver al trabajo?

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