viernes, 1 de febrero de 2013

Tus hijos no son tus hijos

Hace unos días en las redes sociales se hablaba con estupor acerca de un vídeo en el que se ve a un pobre niño de entre tres y seis años siendo obligado a tatuarse por su madre. El niño patalea y se retuerce de dolor mientras tres adultos le sujetan. Dicho vídeo ha dado la vuelta al mundo causando indignación por doquier. Desconozco los motivos de tatuar a una criatura indefensa (por ahí he leído que era por algo religioso, no sé si será cierto). Pero parémonos por un momento a pensar.
En el mundo entero, miles de niños son obligados a diario a todo tipo de modificaciones corporales, en función de las distintas culturas y creencias: tatuajes, escarificaciones, ablaciones, circuncisiones, perforaciones, deformaciones por joyas (como las célebres mujeres jirafa, de la tribu de los Padaung,  proceso que empieza a los cinco años). Sucede así desde siempre, y pocas personas ponen el grito en el cielo. Recuerdo una vez en la facultad a un profesor de antropología defender la ablación porque según él "no podemos verlo todo con una perspectiva etnocentrista, sin tener en cuenta el relativismo cultural".


Pues bien, señor profesor, lo siento muchísimo, llámeme etnocentrista, pero me resulta una auténtica burrada.

¿No nos parece a todos que obligar a un niño pequeño a modificar su cuerpo por capricho de sus progenitores no es lícito, no es moral, es un auténtico abuso de poder?

Entonces... ¿por qué hay gente que perfora las orejas de sus hijas?

Pues exactamente por lo mismo: porque está en su cultura. Y no lo ven. No se salen de ahí. (Marcamos a las niñas para hacer una distinción de género, no sea que alguien las confunda con chicos. Desde que tienen pocos días, ya tienen ahí ese sesgo de género, ya se condiciona cómo los demás las van a tratar. ¡Con lo cómodo que sería para los bebés vivir en un anonimato de género!)

Vaya, señor profesor, no soy tan etnocentrista como pensaba... ¿No habrá quizás una moral por encima de las culturas? ¿No debería estar el sensocentrismo por encima del etnocentrismo o de cualquier otro posicionamiento cultural? Hay que evitar sufrimiento a quienes pueden sufrir. Tan sencillo como eso.

Y ahora habrá gente que se agarrará al mañido argumento de que no es lo mismo, de que una cosa es un doloroso tatuaje y otra "un pinchacito de nada" de los pendientes. Pero es que el dolor es una cosa muy relativa, para empezar. Cada uno siente el dolor de un determinado modo, y no a todos nos duelen las mismas cosas con idéntica intensidad. Yo por ejemplo tengo un tatuaje, y éste no me dolió apenas cuando me lo hice. Lo que quiero decir es que... ¿quiénes somos nosotros para juzgar qué le duele a quién, y cuánto? Y, por otro lado, qué más da que sea más o menos doloroso, como si no lo fuera: modificar el cuerpo de tu hijo, basándote en tu superioridad sobre él, no es justo. Si los pendientes no dolieran en absoluto, opinaría exactamente igual. Yo no tengo derecho a decidir sobre el cuerpo de mi hija, porque mi hija no me pertenece.


Yo no le hice pendientes a ninguna de las dos. Cuando mi hija mayor tenía tres años, quiso hacérselos. Esperé varias semanas a ver si era algo pasajero o una decisión firme. Vi que se trataba de lo segundo, así que le acompañé, se los hizo muy feliz, y hoy en día es una presumida de sus pendientes. No fue más traumático para ella que hacérselos de bebé (aún hay gente que piensa que a los bebés las cosas no les duelen, no hace tanto que por esto eran operados sin anestesia, los pobres), al revés, lo fue mucho menos porque se trató de una decisión consciente por su parte. Ampararse en que el perforar de bebé es mejor "porque luego no se acuerdan" es totalmente inmoral. Es que entonces se puede justificar cualquier cosa. No se debe de hacer daño a los niños, independientemente de si se acuerdan o no. Tú sí te acordarás de que aquello sucedió.

En definitiva, creo que los prejuicios culturales muchas veces no nos dejan ver más allá. ¿Cómo podemos escandalizarnos de ver cómo tatúan a un pobre niño indefenso, y nos parece correcto ponerle un par de pendientes a un bebé de dos días? No lo comprendo, ni lo haré nunca.

Y termino con este poema tan hermoso de Kahlil Gibran que tanto hace pensar...

Tus hijos no son tus hijos 
son hijos e hijas de la vida 
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti 
y aunque estén contigo 
no te pertenecen.  

Puedes darles tu amor, 
pero no tus pensamientos, pues, 
ellos tienen sus propios pensamientos. 

Puedes abrigar sus cuerpos, 
pero no sus almas, porque ellas, 
viven en la casa del mañana, 
que no puedes visitar 
ni siquiera en sueños.  

Puedes esforzarte en ser como ellos, 
pero no procures hacerlos semejantes a ti 
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.  

Tú eres el arco del cual, tus hijos 
como flechas vivas son lanzados. 
Deja que la inclinación 
en tu mano de arquero 
sea para la felicidad.

2 comentarios:

  1. Definitivamente... me encanta tu blog. Dios!!! Tan difícil es verlo? Agujerear las orejas de tus hijas es una mutilación, la misma que la ablación (que no es tan chunga, tan traumática, tan dolorosa? No es cuestión de grados. Es cuestión de... ¿estás utilizando el cuerpo de tu niña -que no de tu niño- contra su voluntad, agujereándoselo, perforándoselo, sin permiso? Sí o sí?).

    ¿Cómo podría hacer llorar a mi hija porque, por mi cultura, se supone que ella iba a estar de lo más mona con un par de pendientitos? Arrrgg...

    Por curiosidad observé cuántas de las compañeras de mi hija de 5 años tenían agujereados los lóbulos de las orejas... Lamentable... ¿Y estamos en el siglo XXI, el de los avances, el de la igualdad, el de blablabla? TODAS, absolutamente, TODAS, habían sido mutiladas por sus padres...

    ¡Cuánto nos queda por aprender, por Dios! (o por quien sea :-) )

    Un abrazo,
    P.

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  2. Hombre, con cinco años no son siempre los padres, eh... Mi hija quiso hacérselos a los tres años, ella por voluntad propia, estuvo dando la tabarra durante semanas hasta que accedimos. :)

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