domingo, 30 de diciembre de 2012

De adopciones y más

Estos días he estado leyendo el libro "Venida de la lluvia. Historia de una adopción internacional", porque el tema de la adopción me atrae cada vez más por diversos motivos. La cuestión es que es un libro muy interesante porque se acerca a la adopción desde un punto de vista autobiográfico, contando cómo fue su proceso personal, lo cual resulta plenamente emotivo y esperanzador. Del libro me ha gustado sobre todo cómo separa la adopción con la mañida idea de "caridad": es que, aunque parezca mentira, muchas personas aún creen que adoptar un hijo se hace por caridad, o solidaridad, para el caso es lo mismo. Y es muy triste pensar de ese modo, ya que una adopción por esos motivos siempre estará ligada a una idea intrínseca de "agradecimiento" por parte del hijo. En plan "mira todo lo que he hecho por ti, recogiéndote de la miseria, debes estarme agradecido por ello". No digo que haya padres que pronuncien estas palabras. Pero esa sensación estará ahí, latente, para quienes vean en la adopción una especie de tarifa plana con el cielo o algo por el estilo.

La maternidad no tiene nada que ver con la solidaridad. Quienes deseen ser solidarios, sólo tienen que apuntarse a una ONG, hay muchas maneras de colaborar con los más necesitados. La maternidad sólo tiene que ver con el amor, y el amor es darse, sin más, sin esperar nada a cambio. No se busca ningún agradecimiento, ninguna respuesta. El amor es un sentimiento puro que, simplemente, brota, y ya no hay quien lo pueda parar. La solidaridad es un acto puntual, no puede mantenerse una relación de por vida basada en dicho sentimiento.


Por otro lado, no me ha gustado nada del libro la manera de criar que tiene la autora. Resulta sorprendente que una doctora en filosofía tenga tan poco pensamiento crítico. Se queja continuamente de dolor en los brazos al llevar a su hija (¿por qué no usó un portabebés?) y habla de malcriar, de niños tiranos, de que "los expertos recomiendan dejar al niño en la cama y marcharse antes de que se duerma". ¿Pero qué expertos son ésos? ¿Cómo puede ser que una persona que asumo que investigó durante años sobre crianza -puesto que, por desgracia, son siempre años hasta que se consigue tener al bebé entre tus brazos- sólo se quede con lo fácil? De hecho, los niños adoptados arrastran consigo una terrible mochila, una historia de abandono, soledad y traumas. ¿Cómo se puede hablar de "malcriar" a un niño que apenas ha recibido ninguna muestra de cariño en toda su vida? Eso me ha chocado hasta la absoluta perplejidad.

Y me hace pensar en cómo serán los psicólogos que evalúan a los futuros padres para la obtención del certificado de idoneidad: ¿será por pura suerte, según sea la manera personal de pensar y los prejuicios e ideas de cada profesional, o seguirán unos criterios establecidos y anticuados de "educación jerárquica"?

Es un mundo que no conozco nada, y hablo desde la más absoluta ignorancia. Pero me gustaría comprender cómo es ese proceso, por qué se juzga que una persona sí vale para ser madre y otra no.

Todo esto me ha hecho recordar que, este verano, estaba en el banco haciendo cola para realizar una gestión, y entró una mujer con dos niños, uno biológico y una niña china adoptada. Bueno, pues la señora se dedicó a chillar a los niños todo el rato que estuvimos ahí, a darles azotes sin parar... porque los pobres habían cometido el terrible pecado de ser niños, de querer correr y jugar en vez de estarse sentaditos en una aburrida silla (¡lógicamente!). Y en ese momento me lo pregunté: ¿cómo pudo esta señora obtener el certificado de idoneidad?

Me gustaría comprenderlo.

lunes, 24 de diciembre de 2012

No es lo mismo

El otro día me hablaba mi marido de una compañera de trabajo que acaba de tener un bebé y que opina que éste únicamente necesita "calor humano", sin importar de quién, con lo cual da igual darle el pecho o el biberón, puesto que sólo quiere estar "en contacto con otro cuerpo", sin importar si es el de la madre o el del revisor de la caldera. Quien así habla es una persona con estudios superiores, dos ingenierías, matrículas de honor por todas partes, inteligente y culta. Quiero decir que no es una pobre boba ignorante ni mucho menos. ¿Cómo puede ser? A mí la verdad es que estas cosas me dejan de piedra. No ya por un mero "quien puede leer debe informarse", sino por cómo determinados prejuicios están tan sumamente arraigados en la sociedad que incluso personas con buenas capacidades no son conscientes de ellos.

Y me da mucha pena.

No sé si esa mamá le dará el pecho a su bebé, no se trata de eso. Quizás finalmente se sienta conquistada y el instinto consiga salir a flote, como tantas veces ocurre. Pero lo más probable es que, por desgracia, pase lo de siempre: que los prejuicios son tan fuertes que desista antes de intentarlo siquiera. Porque ni se le pase por la cabeza que su hijo lo que quiere es estar con ELLA, el único ser humano que conoce, el único olor familiar, el único regazo plenamente tranquilizador.

Claro que un bebé puede calmarse en contacto con otro cuerpo (y sí, necesita estar en contacto con alguien, y si no es la madre, pues se conformará, mejor eso que estar tirado solo en una cuna muerto de miedo a que venga un depredador a por él, el instinto de supervivencia es lo único que tiene). Pero en un mundo ideal, donde se tenga en cuenta la condición mamífera de dicho bebé (porque no es un renacuajo ni un lagarto ni una serpiente de cascabel), lo natural es que quiera estar pegado a su madre. Y es que la crianza, en los primeros meses, es cosa de la madre. Sólo hay que mirar a cualquier otra hembra mamífera. Al bebé humano le trae sin cuidado que estemos en una sociedad moderna, porque él sólo tiene sus instintos, y éstos son los mismos que el de un ternero o el de un lechón.

Por supuesto que habrá momentos en los que la madre necesite descansar, y para eso está el padre, o la abuela, o la tía de Murcia. Eso es lógico y no somos heroínas. Pero negarle por sistema, y desde el mismísimo principio, la teta al bebé, con la excusa de que "mientras esté con alguien, qué más da teta o biberón", me resulta cuando menos asombroso.

Asombroso porque ya hay tantísimos estudios demostrando la idoneidad de la leche materna frente a la artificial, que una persona podría quedar literalmente sepultada por éstos. Pretender desde un primer momento que es igual una que otra se me antoja no sólo surrealista, sino peligroso. Asombroso porque la gente que pretende tener un hijo como quien tiene un muñeco me hace abrir los ojos hasta el infinito. Asombroso porque no comprendo cómo una persona con formación científica niegue estos hechos y se quede tan ancha.

Y sí, cada mujer debe decidir si da el pecho. Es que no se trata de eso. Lo que yo quiero constatar es que, si alguien decide no darlo, debe de ser con pleno conocimiento de lo que está haciendo. Pero ocultar la verdad bajo un montón de prejuicios, arraigados a saber a través de quién y por qué, al final únicamente perjudica al más desvalido en toda esta historia, al que no podrá decir esta boca es mía y pagará el pato, a la víctima de todas estas historias: el bebé.