viernes, 25 de septiembre de 2015

Festejos populares versus mataderos: ¿qué pasa aquí?

A la mayoría de la gente le indigna que los animales sufran. Esto es así. A menos que seas un psicópata que se regodee en el dolor ajeno, o un pobre ignorante sin criterio que prefiera aferrarse a la creencia errónea de que los animales no son capaces de sufrir (¡como si no tuvieran sistema nervioso, qué cosas!), no te gustará ver a un animal torturado. La empatía está ahí, es algo que tenemos más o menos desarrollado la mayoría de humanos, y que tiene una gran utilidad social.

Dicho esto, es sorprendente cómo cada vez más y más personas se manifiestan y se indignan a causa de los espantosos "festejos populares" que incluyen maltrato animal, no ya sólo las sempiternas corridas de todos, sino el toro de la vega, las becerradas de Algamesí, y demás simpáticas fiestecillas, que con la etiqueta de "tradición" justifican cualquier barbaridad (las tradiciones, por cierto, no son inmutables, y los pueblos no mueren porque mueran determinadas tradiciones, la identidad cultural es otra cosa, y desde luego cambia con el tiempo, no hay un esencialismo inamovible sin el cual un pueblo ya no sea un pueblo... porque si no, estaríamos todos aún bajo el derecho de pernada y cosas así, anda que no hay tradiciones absurdas que han desaparecido). Es emocionante cómo cada vez más personas reclaman que se ponga fin a esto, y les estoy eternamente agradecida a quienes son tan sumamente valientes de enfrentarse a los paletos hechos masa -sí, la "valentía" canallesca siempre surge de la masa, o del anonimato de internet-. Gracias a todos los que os preocupáis por los animales, de corazón.


Pero... ¿y qué pasa con la otra cara de la moneda? ¿Por qué hay tanta gente que se indigna con los maltratos "festivos" de los animales y sin embargo no dice ni mu sobre el filete que tiene delante, en su plato de comida, todos los días? ¿Qué sucede aquí? Hagamos un pequeño repaso de las cosas en común y de las diferencias que hay entre ambas cuestiones, basándonos en los argumentos clásicos que se escuchan popularmente.

1. "No es lo mismo el matar animales para un espectáculo que para comer; comer es una necesidad imprescindible, y como omnívoros, tenemos que comer carne".
No sé el número de veces que habré escuchado este argumento. Y sí, somos omnívoros. Pero "omnívoro" no quiere decir "tener que comer de todo" (si no, la mayoría de la gente en Occidente tendría una dieta bastante pobre, ya que no suele comer insectos, por ejemplo), sino "tener la capacidad de poder comer de todo". La diferencia parece sutil, pero no lo es en absoluto. Ser omnívoro es, desde luego, muy ventajoso, porque nos permite alimentarnos de animales y/o vegetales, es decir, ¡podemos estar perfectamente sanos comiendo sólo vegetales, precisamente porque somos omnívoros!
Los toros que se lidian después se comen, por cierto. Y su carne es muy cara, además. Y los animales de la mayoría de festejos, lo mismo: ¡la carne no se "desaprovecha"!
Es decir, los animales que se usan en los festejos populares normalmente acaban en un plato, igual que los de los mataderos.


2. "Los animales de los festejos sufren un montón, no así los que nos comemos".
Ésta es muy graciosa. La mayoría de la gente no sabe nada de los animales que se come, o, más bien, prefiere no saber. ¿Tú conoces dónde están los centros donde se procesa la carne, has visto alguna vez cómo se engorda a estos animales, cómo se les trata, o cómo se les mata? No, claro, todo esto "se esconde debajo de la alfombra", porque si la gente supiera, si la gente viera de verdad cómo funciona la industria alimentaria de la carne... no podrían soportarlo, con total seguridad. Al menos, la gente normal, no los psicópatas. Al toro de la vega lo lancean sin piedad. A las vacas que esperan en línea su muerte (imagina ese momento: ver cómo estás haciendo fila y cómo las que están delante de ti, tus compañeras, son torturadas, cómo se las mata de mala manera, cómo muchas veces hay tanta prisa que son escaldadas vivas, descuartizadas vivas, colgadas de un gancho sin que haya funcionado el aturdimiento...), las espolean, esto es, ¡lo mismo! Las pinchan y golpean con palos, se los clavan, para que continúen en la fila1. Cortes, mutilaciones, roturas de huesos... están a la orden del día. Y eso en las vacas o en los cerdos. En animales más pequeños y por ello más "manejables", como los pollos, el horror es aún más impresionante.
Es decir, tanto los animales de los festejos como los que acaban en el plato, sufren muchísimo y son torturados.


3. "Sí, bueno, pero es que yo sólo como carne ecológica de primera, de animales felices".
La carne ecológica se supone que tiene mejor calidad porque los animales han sido mejor alimentados, con ellos no se han usado tantos químicos (antibióticos y demás), y "en teoría" han llevado una "buena vida en libertad". ¡Anda, qué curioso, el mismo argumento que dan con los toros... que han vivido estupendamente, y que por eso no se pueden quejar! Ahora imagina que te ofrecen vivir en una jaula de oro, donde te van a dar masajes todos los días, comida estupenda y te van a poner música clásica. Eso sí, te explican que sólo será el tiempo indispensable hasta que engordes y entonces te maten. ¿De verdad elegirías esto? ¿Qué clase de argumento es "te voy a matar pero hasta entonces vas a vivir estupendamente"? Y por cierto, yo he visto gallinas "ecológicas". El término es tan laxo que resulta gracioso. Te ponen un 0 en los huevos (indicativo de que son gallinas en libertad) únicamente con que éstas salgan un rato al día a un patio pequeño. Evidentemente, no debe de ser suficiente, porque estas pobres gallinas tenían el pico tan cortado como las "no ecológicas" (a las gallinas se les corta el pico porque se vuelven locas hacinadas, y acaban desarrollando comportamientos psicóticos, y dándose de picotazos las unas a las otras... se les corta sin anestesia, y a veces tanto que les impide comer y finalmente mueren de inanición... las gallinas usan el pico para conocer el entorno, y con esta práctica se las deja como ciegas).
Es decir, no hay "animales felices", todos tienen el mismo final: los de los festejos, y los de los mataderos.


4. "Las fiestas con animales mueven mucho dinero, es una industria podrida que se beneficia de subvenciones y demás".
Sí, es verdad. Hay mucha pasta en juego. Subvenciones PÚBLICAS (financiamos estas barbaridades con nuestros impuestos)... al igual que las hay para la ganadería. ¿O acaso pensamos que los toros de lidia, por ejemplo, surgen de la nada? Forman parte de la industria ganadera, al igual que las vacas, son por lo tanto dos caras de la misma moneda. La ganadería mueve mucho dinero. Me contaba un compañero de trabajo cómo en su pueblo mucha gente vivía de la ganadería, forrada gracias a las subvenciones que les daban2. Oh, sí, ahora diremos que si la crisis, o que si esto ya no es lo que era. Me da exactamente lo mismo: se está sacando dinero a costa de la esclavitud, la tortura y la explotación.
Es decir, hay dinero en medio de ambas prácticas, porque forman parte de lo mismo: la cría y explotación animal.


5. "Los espectáculos de los festejos populares dan una imagen festiva de matar, sacando lo peor de los humanos".
Es lamentable ver cómo se comportan los garrulos de Tordesillas, por ejemplo. Cómo se dedican a increpar a los activistas, insultándoles y agrediéndoles como "valientes machos ibéricos". Lo mismo pasa con el paradigma del torero, como el de un hombre "valiente" que se enfrenta "ante la bestia" (¿no hay detrás de esto algo ancestral, ritual?), mientras las damiselas (véase el arquetipo de "la folclórica y el torero") les lanzan un pañuelo perfumado y se entregan a ellos cuando le ganan la batalla al animal. En los mataderos, los empleados (hombres, generalmente, sobre todo con los animales más grandes), se emplean con una agresividad alucinante en la tortura y el "procesamiento" de los animales.
Hay una dicotomía de géneros que siempre se ha esgrimido, un sistema dualista donde lo masculino se ve como lo fuerte, lo activo, lo que manda, y a esto podríamos añadir también... y la carne. Sin embargo, lo femenino se asocia con lo débil, lo pasivo, lo que debe de ser mandado... Comer verduras entraría aquí también, según el imaginario colectivo. No tenemos el arquetipo de un hombre fuerte, vigoroso... y vegetariano (que haberlos, haylos, pero no nos los solemos representar así). ¿Qué quiero decir con esto? Que para mí, veganismo y feminismo son dos cuestiones que deben de darse la mano. Feminismo y veganismo son justicia. Luchan contra estereotipos y dualismos estúpidos y mañidos, donde se explota a unos seres para beneficio de otros.
Es decir, que tanto en los festejos populares como en los mataderos, los humanos sacan lo peor de sí mismos. Y eso se extrapola al imaginario social, donde esta agresividad se asocia con valores patriarcales, masculinos.
Guauuu, qué machoteeee

6. "Todo el mundo come carne, no puede ser que todo el mundo esté equivocado, me gusta cómo sabe la carne, sin embargo no me gusta ver festejos populares donde maltratan animales".
Todo el mundo (bueno, no todo, pero la mayoría) come carne porque no se lo ha planteado. Yo no pienso que quienes coman carne estén equivocados. Simplemente opino que aún no han reflexionado sobre de dónde proviene lo que se comen. Porque no es sencillo hacerlo. Porque supone ir en contra del sistema, que ampara estas prácticas, escondidas por la industria alimentaria porque son tremendamente crueles con los animales para obtener el máximo beneficio al mínimo coste. Capitalismo puro y duro. Lo que está normalizado, se legitima, y con ello cualquier práctica, por cruel que sea, se aprueba, aunque sea intentando olvidar que existe. Así que vamos por ahí "haciéndonos los tontos", comprando en el supermercado bandejitas monísimas con todo despiezado, carnes tratadas con nitratos para que estén rositas (y no grises, como serían sin tratar... son cadáveres, a fin de cuentas), donde no podemos ver nada que nos recuerde que "eso" fue un animal, que sintió y quiso vivir como todos los demás. Y sí, la carne está muy rica para mucha gente, pero hay algo más allá del mero placer momentáneo: la ética. Sin embargo, ver las fiestas produce mucho malestar. ¿Por qué?

PORQUE SE VEN, sencillamente.

Y aquí es donde está la diferencia que buscamos: lo que no se ve, se puede obviar, pero lo que está delante de mis narices... ¿cómo lo escondo, cómo "hago como que no está"... si está ahí?

Yo comprendo que todo el mundo ha de elegir sus batallas. Que no se puede luchar contra todo. Que el mundo está repleto de injusticias, y que cada uno ayuda en lo que buenamente puede. Por ello, es de agradecer que tanta gente se indigne y reaccione ante la crueldad animal. Pero siempre ha de tenerse en cuenta que eso implica una gran contradicción. Que no podemos quejarnos de la crueldad en las fiestas populares pero aceptar la crueldad de los mataderos. Yo misma, cuando comía carne, era consciente de que no estaba siendo coherente, lo sabía y lo admitía, pero la inmensa mayoría de la gente se molesta cuando pones el dedo en la llaga en el centro de su incoherencia. Porque en el fondo, muy en el fondo, saben que "ahí pasa algo".



Festejos y consumo de animales son dos caras de la explotación. Ambas terminan en el mismo sitio (el plato), la diferencia más llamativa que hay entre ambas es que en una se ve la tortura; en la otra, no. Y lo que no se ve, se puede esconder... pero si te lo ponen delante de las narices, ¡la cosa no es tan fácil de olvidar!

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1“Aplicaciones del Manual Media a Sectores Industriales: Industria Cárnica”. Ministerio de Ciencia y Tecnología. Edición Impresa. 2001

2 http://www.magrama.gob.es/es/ministerio/servicios/ayudas-subvenciones/ayudas.asp

sábado, 19 de septiembre de 2015

Inoculando el virus del privilegio

Muchas personas dicen que la denominación "violencia de género" es ridícula, porque es violencia sin más. Que un asesinato es un asesinato, que debería llamarse por ello "asesinato" y no "asesinato por violencia de género". Y bueno, un asesinato es. Es violencia, sí. Pero la coletilla "de género" no está puesta "porque sí".

Los feminicidios, y la violencia contra las mujeres en general, son el crimen más silenciado del mundo. Las mujeres somos la mitad de la población mundial, y en todas partes (aunque algunas en mayor medida que otras, claro, gracias a los logros del feminismo que mucha gente dan por supuesto, pero no, todo eso son conquistas que se han llevado a muchísimas valientes por delante), las mujeres son consideradas "el género inferior". Hago aquí un parón para recordar la diferencia entre sexo y género, que por extraño que parezca, no suele conocerse: el sexo es a nivel biológico, el género a nivel social. Es decir, el "género femenino" es cómo se supone que socialmente debe de ser una mujer, cómo ha de comportarse, cómo se la identifica. Evidentemente, habría que tender a una deconstrucción de los roles de género (que NO de los de sexo, y aquí es, para mí, donde se equivocan muchos feminismos), para que dejen de ser estratos sociales inamovibles, donde uno mira desde el privilegio sin darse ni cuenta y el otro está doblegado con mayor o menor sutileza.

La cuestión es que la etiqueta "violencia de género" sirve para identificar qué se esconde detrás de este tipo de violencia. Si una mujer mata a su marido, por ejemplo, NO es violencia de género, porque el género masculino no es el "considerado inferior", y por ello, no ha ejercido un tipo de violencia totalmente estructural y normalizada como sería al revés. Las motivaciones que pueden llevar a una mujer a matar a su marido son otras bien diferentes, pero en este caso ellas no se encuentran en el lugar de privilegio y por ello no reproducen los patrones de superioridad en el comportamiento transmitidos de generación en generación.



Quiero decir que la violencia de género no es simplemente la violencia directa, lo que se ve (palizas, violencia psicológica, muertes, violencia obstétrica, qué sé yo), sino que la violencia directa es sólo la punta del iceberg, y que está firmemente asentada en una violencia cultural y estructural que legitima dichos comportamientos. O sea, que si tú a un niño desde que es un bebé le estás enseñando que su lugar es el privilegiado, que es superior sólo por pertenecer a determinado género... ¿de qué nos extrañamos si luego reclama dicho espacio?

La ley contra la violencia de género tiene grandes carencias; por ejemplo, sólo considera que se trate de violencia de género cuando sucede en el marco de la pareja o ex pareja. Por ello, víctimas en otros contextos (el trabajo, la consulta del médico, etc)  pasan "desapercibidas". La violencia de género abarca mucho más, y las víctimas son muchas más de las que creemos. Está en todas partes, porque la sociedad asienta sus pilares en ella.



Y luego pasa que llega un verano funesto como éste, donde se han matado a mujeres y a niños (hijos de éstas) sin parar, donde los periódicos y demás medios de comunicación han usado eufemismos absurdos como "mujer fallece en Cuenca" (¡no, no fallece, la han asesinado, señor mío!), y te das cuenta del lío que hay en torno a los conceptos, de cómo no se comprende qué es el género, qué es la violencia de género y en qué consiste.

Todo lo estructural está normalizado, invisibilizado, y por ello es algo tremendamente peligroso. Se trata, entonces, de admitir una vez más cómo el feminismo necesita aún de muchísima pedagogía para llegar a todo el mundo, para explicar los conceptos, para hacer comprender... Y para que todas las personas sepan que la violencia de género existe. Que es un hecho. Que está ahí. Y que quienes la ejercen no son enfermos, sino los hijos sanos del patriarcado, a quienes han inoculado el virus del privilegio desde la cuna.

¡Y cuánto queda aún por hacer!