martes, 4 de junio de 2013

Menos humos y más lucha

Leo apabullada opiniones reacias al feminismo de la diferencia acusándolo de patriarcado encubierto. Explico por encima para quien no sepa de qué hablo: dos de las "corrientes" más mayoritarias dentro del feminismo son el de la igualdad (las mujeres son iguales a los hombres, porque el lugar en el que nos colocamos tiene que ver con los roles aprendidos, con el género que se nos impone desde pequeños) y el de la diferencia (ser mujer es algo bueno y digno de ser reivindicado, y habría que rehuir del patriarcado construyendo algo nuevo, bueno, femenino y diferente). Vale, grosso modo; es mucho más complejo, pero para que nos entendamos. La cuestión es que en muchas webs y blogs sobre el tema, se acusa al feminismo de la diferencia de intentar volver a colocar a las mujeres en sus roles de género (cocina, casa cuidando a los niños, etc), por ejemplo, aquí.

Vamos a ver, para empezar, no existen dos corrientes fácil y claramente delimitadas, sino que existen pensadoras. Y cada pensadora tiene sus ideas. Y dudo mucho que nadie se defina como seguidor al cien por cien de ninguna ideología o corriente filosófica o política (personalmente, por eso encuentro muy difícil el aceptar una religión o partido político, porque siempre le encuentro peros a todo). Así que meter en el mismo saco a todas las "seguidoras" de una corriente (por seguidoras quiero decir a las que más o menos se podría calificar de pertenecientes a dicha ideología, con sus matices, a las simpatizantes por así decirlo) es simplista al máximo.


Voy a intentar exponer mi humilde punto de vista al respecto. Según Françoise Héritier, el patriarcado surgió en épocas prehistóricas como un intento por parte de los hombres de controlar el cuerpo femenino, ya que éste tenía un poder: el de crear nueva vida.  Porque el patriarcado, dice Cristine Northrup, es la separación entre mente y cuerpo. Así, aunque el patriarcado está estrechamente vinculado al capitalismo, las raíces son muchísimo más antiguas. Las mujeres llevamos alienadas toda nuestra existencia.


Ahora entonces vendrán y me dirán que qué es eso de identificar sexo con género. Que existe la intersexualidad. Que no todo es blanco o negro (vaya, justo lo que yo digo respecto a las corrientes feminismo de la igualdad-feminismo de la diferencia). Que no hay mujeres ni hombres, sino personas con genitales de cierta índole, genes y hormonas, y que genéticamente no todo está tan claro siempre. ¡Y sí, de acuerdo, pero no se trata "sólo" de eso!

Si el patriarcado quiere dominar el cuerpo femenino, ¿no es de lógica volver a recuperar dicho control, proclamándonos dueñas de nuestros cuerpos, poderosas, autónomas? No se trata de ir de ecoguay loca que se come su menstruación a cucharadas y venera la sabiduría femenina en un akelarre todos los jueves a las ocho y cuarto. No me refiero a eso. Es que creo que hay que empezar por distinguir entre dos ámbitos: el personal y el social. El problema surge cuando se mezclan ambos sin ton ni son.


Yo no he estado particularmente orgullosa de mis embarazos, ni de mis partos. No me considero ninguna diosa por haber hecho lo que mi cuerpo sabe hacer. Es absurdo. Me encontré feliz y repleta de hormonas, pero eso es todo. No pensé por ello que las mujeres somos superiores por nuestros atributos femeninos. No escondo ninguna androfobia. Estoy muy orgullosa de mis hijas, sí, pero no de mis funciones fisiológicas. Puedo parir y puedo comer y puedo orinar y puedo dormir.

Pero tampoco soy una machista encubierta por haber decidido dar el pecho a mis hijas, por haber optado por una crianza con apego, por haber solicitado una excedencia. Porque lo siento mucho, físicamente yo soy la única dentro de mi pareja que es capaz de dar el pecho. Es que es así, porque mi pareja es un hombre. Si resulta que de repente mi pareja empezara a excretar prolactina por los costados y leche como aquel caso tan célebre, la cosa sería diferente. Pero físicamente, hoy por hoy, soy la que puede hacerlo. No soy mejor por ello. No soy menos tampoco. Es lo que hay. Y por respeto a mis hijas, que cuando nacen no entienden nada de luchas sociales, de feminismos o machismos, acepto esa diferencia y su gran utilidad, y hago uso de ella porque para eso está, porque para mí la lactancia es sólo la prolongación del embarazo, pues viene en el mismo lote. Y no voy a dar biberones para que sea "equitativo". En esos momentos, acepto ser una hembra mamífera, y como tal actúo.


El problema viene cuando identificamos esta diferencia física (que, repito, no quiere decir que un género sea mejor que otro, o que haya géneros puros, dentro de los cuales las mujeres son chupi guays y deban reivindicar un matriarcado falofóbico; hablo de poder tener hijos, me da igual que quien pueda tenerlos tenga genes de tal o cual sexo) con diferencias sociales. El problema viene cuando por el simple hecho de que una mujer pueda tener hijos cobre menos, tenga peores trabajos, y sea peor considerada en el ámbito laboral, aunque resulte igual de buena que los trabajadores masculinos (este experimento lo demuestra ampliamente). A las mujeres siempre se nos valora menos.

Las mujeres somos iguales a nivel laboral. Podemos hacer las mismas cosas. Podemos tener los mismos trabajos. Podemos tener los mismos sueldos. Somos iguales a nivel de inteligencia. Somos iguales en muchísimas cosas a los hombres, pero...

Las mujeres somos físicamente diferentes. Y aquí me da igual que nos identifiquemos con la palabra mujer o no. Yo me refiero a quienes pueden gestar, parir y amamantar. Punto.

Y si la vida personal se mezcla con la vida laboral, si las mujeres presentan un mayor absentismo a causa de los hijos, y si ése es siempre el argumento para degradarnos y no permitirnos ascender o cobrar más... las culpables no somos nosotras. Es el patriarcado, es el capitalismo, es la falta total y absoluta de conciliación. Eso NO quiere decir que las mujeres quieran volver a quedarse en casa con la pata quebrada. Es simplemente que a veces no les queda más remedio porque son despedidas al quedarse embarazadas. Porque su sueldo suele ser más bajo, así que si uno de los dos miembros de la pareja pide una excedencia, suele ser el sueldo de ella el que se sacrifica. Y de todas formas, si dentro de una pareja uno de los dos miembros decide no trabajar, si es un acuerdo entre ellos, ¿dónde está el problema? Eso entra dentro de la intimidad, y no creo que tenga absolutamente nada que ver con machismo.


Si le buscamos tres pies al gato y nos entretenemos con debates de nombres, con rizar el rizo, rizar el rizo rizado y alisar el rizo, al final, ¿qué nos queda? Humo. Nos queda humo, mucha  palabrería... pero poca lucha.

1 comentario:

  1. En el comportamiento humano nos es muy díficil tratar igual a cosas diferentes.
    Por qué los perros valen mas que los pollos para la mayoría de gente?
    Por qué valoramos mas a un hombre alto que a uno bajito?

    Yo soy de la corriente feminista que cree que las diferencias evidentes entre hombre y mujeres no deberían de traducirse en diferencias a nivel social ni de oportunidades.

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