Hoy se cumplen cien años del fallecimiento de Hubertine Auclert. Y me llama la atención, cien años después de que haya muerto, cómo se está poniendo peligrosamente de moda la reivindicación de "mujeres que no necesitan el feminismo" en la red. Mujeres que se hacen fotos diciendo motivos, comenzando por "no necesito el feminismo, porque..."
Estas fotos están en las redes sociales, y son cada vez más numerosas.
Lo que no saben estas mujeres, es que si pueden usar las redes sociales es precisamente gracias al feminismo.
Gracias al feminismo pueden salir de casa sin compañía masculina.
Gracias al feminismo pueden llevar pantalones.
Gracias al feminismo pueden votar. Sacar dinero de un banco. Conducir. Vivir.
Gracias al feminismo pueden quedar con amigas, estudiar, trabajar.
Gracias al feminismo pueden tomar sus propias decisiones.
Gracias al feminismo pueden ser quienes quieran ser.
Gracias al feminismo pueden despreciar al feminismo. Pueden permitirse ese desprecio absurdo a una lucha que se ha llevado vidas, que aún se las lleva, que ha conseguido tantísimo, y que aún tiene tantísimo por lograr.
Gracias al feminismo, somos quienes somos. Despreciar el feminismo es despreciar a las mujeres.
Y a su lucha.
Es una falta de respeto tristísima. Y que la mayoría de las veces, creo, se basa en un profundo desconocimiento de qué es el feminismo, sencillamente. Que a estas alturas aún se vea el feminismo como "lo contrario al machismo" es una vergüenza, y demuestra cómo la ignorancia y la falta de libros campa a sus anchas demasiado a menudo.
Gracias, Hubertine. Y gracias a tantas como ellas.
¡Gracias al feminismo!